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sábado, 24 de mayo de 2008

Errores judiciales: suma y sigue.

En alguna ocasión ya he hablado del mal funcionamiento de la Justicia en nuestro país, por varias razones: su lentitud, sus errores y sus leyes, tal vez, demasiado suaves. Todo ello hace que el ciudadano normal tenga una enorme sensación de desamparo.

Eso no le pasa a los delincuentes, ya que se dan casos de inmigrantes que vienen únicamente con la intención de delinquir para poder alojarse en ese hotel gratuito al que aquí llamamos cárcel. Y es que así reciben comida y alojamiento por el único precio de cometer delitos, ya que comparada con la cárcel de su país de origen, la de aquí es un paraíso, y así, gente que no tiene dinero ni trabajo para vivir, pues vive de lujo para sus posibilidades.

Pero lo que pasó ayer en Alicante ya es rizar el rizo, es como si la Justicia hubiese entrado en un bucle temporal, como en la película Atrapado en el Tiempo, pues digo yo que el acusado debió tener la misma sensación que el protagonista de la peli, ya que estaba viviendo algo que ya había vivido.

Lo único que ocurrió es la prueba para poder afirmar que la Justicia no posee memoria, por ello debe ir tan lenta... Aunque la verdad es que un error como ése tiene su gracia, no sé si el juez también lo vio así.

Resulta que debido a un error, la Justicia, llevó ayer a un delincuente a sentarse de nuevo en el banquillo de los acusados, por ser el autor de unos hechos por los que ya fue juzgado y condenado hace un año. ¿Qué se puede decir? Tal vez que a nuestros jueces les gusta perder el tiempo juzgando a personas con las que se lo pasaron bien, por la sencillez de sus casos, en lugar de abordar otros casos más complicados. Ello me parece una buena explicación para la lentitud de nuestra Justicia.

La persona acusada ya había recibido una sentencia condenatoria el día 20 de marzo de 2007, por la que el juez decretó una pena de tres años de prisión. El acusado fue condenado entonces como autor de los hechos acaecidos en agosto de 1996 en la cárcel de Fontcalent: los funcionarios de prisión encontraron en su celda varias tabletas de hachís con un peso cercano a los 1.725 gramos. Por esta enorme cantidad intervenida, el juez dictó sentencia condenatoria por un delito de tenencia de drogas para el tráfico, agravada por el hecho de encontrarse en prisión.

Sin embargo, como si de un dèja vu se tratarse, el acusado, volvió a ser citado ayer a declarar, pero también los testigos convocados para el juicio. ¿Tendrían todos ellos motivos para pellizcarse? Yo creo que sí, salvo que el juzgado y el juez en esta ocasión no eran los mismos.

El acusado se encontraba cumpliendo su condena en la prisión de Fontcalent, por lo que para él sería buena la broma, por tratarse de una pequeña excursión, así espero sin problemas en el calabazo, mientras su abogado comenzaba a explicarle al juez y a toda la sala, que este caso era distinto a los demás, por el mero hecho de haberse juzgado previamente.

Ante la incredulidad y estupefacción del juez, los funcionarios fueron en búsqueda de la correspondiente documentación, supongo que rezando para que no se hubiese perdido, visto lo visto. Pero par el menor cachondeo judicial encontraron los documentos relativos al caso, por lo que fue evidente que este caso ya había sido juzgado y sentenciado.

¡Vaya descoordinación! Evidentemente el juez absolvió al acusado en base a la excepción de cosa juzgada, añadiendo la imposibilidad de presentar recurso. Y es que aunque sea de risa, el formulismo judicial sigue su camino... Lo que no sé es si el acusado podrá decir que este hecho le debe ser considerado como buena conducta para poder reducir su pena, ya que ni montó lío ni armó jaleo mientras se llevaba a cabo el proceso.

Por lo visto, había una explicación para todo el embrollo, y es que debido a un error en la instrucción del procedimiento, se decidió que dos juzgados distintos investigasen la causa. Sin embargo, el proceso no fue llevado al mismo ritmo en ambos juzgados mientras todas las tareas se iban haciendo por duplicado, y es que la Justicia todavía puede ir a un ritmo más despacio que su ritmo lento habitual.

Al parecer el primer juzgado no se dio cuenta de que el caso estaba siendo investigado por otro juzgado, por lo que en su día se dictó la sentencia, que evidentemente ya no pudo ser modificada ayer.

Con una risa tonta y una especie de vergüenza ajena por el funcionamiento de la Justicia os dejo por hoy. Supongo que mis palabras no deben llevarme a la hoguera, y si así lo cree alguien espero ser juzgado por nuestra Justicia y no por la Santa Inquisición, ya que así nunca seré condenado. En fin, está claro que quien merece el castigo del fuego purificador no es otra que nuestra Justicia, por lenta, por sus errores y por desmemoriada, y evidentemente también todos los que trabajan en ella.

¡Buenas noches!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El viernes pasado, en la cadena de televisión Cuatro, hubo un programa muy bueno de "Callejeros" hablando sobre el colapso de los juzgados y lo que puede suponer este colapso.
Creo que están repitiendo estos mini documentales, por lo que te recomiendo que lo veas. Me parece recordar que el título es "No es justo"
Saludos desde Madrid.

Opinador Lenguaraz dijo...

¡Hola Amparo!
Gracias por tu información, trataré de verlo, ya que ese título: "No es justo", encierra toda el jugo que tiene nuestra Justicia.
Gracias por iluminarme con ese mini documental y gracias por tu comentario.
Un saludo desde el sureste.