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viernes, 23 de mayo de 2008

Sobre los obispos mileuristas.

Me encantan las contradicciones, por eso cuando veo una me lanzo en plancha a por ella. Como por ejemplo una de hoy, donde alguien que debía predicar y dar ejemplo de pobreza, lo que hace es insinuar que se queja por no poder ser lo contrario.

Estoy hablando del obispo de la diócesis de Alcalá de Henares, Jesús Catalá, el que ha dicho hoy que los sacerdotes cobran menos de 800 euros y los obispos menos de mil, es decir, que los obispos son mileuristas. Ahora me viene a la cabeza una pobre viuda, que cobra bastante menos que ellos, que puede que tenga hijos (se supone que los sacerdotes no), que puede que tenga una hipoteca (lo que no tienen los sacerdotes), que tiene que sufragar los gastos mensuales de su casa, comida, etc. ¿Qué dirá ella? ¿Acaso este obispo ha pensado en ella cuando hablaba de su sueldo? Ella sí que tiene motivos para quejarse...

Pero según este obispo varios gobiernos han manipulado a la opinión pública y han engañado a la gente con “los dineros y los poderes de la Iglesia”. La verdad es que yo desconozco el hecho del engaño y la manipulación, tan sólo recuerdo que se ha hablado de subvenciones y demás cuestiones, que yo sepa esto no es ninguna manipulación. Pero lo que si que hace la Iglesia es manipular sus cifras basándose en la gran mentira de que el número de nacidos es igual al número de católicos en España, tomando de muestra a los nacidos bautizados, la gran mayoría sí, pero sin dejarles decidir si es su deseo pertenecer a una Iglesia atea en la que el mismo Dios ya no cree, por apartarse de su doctrina.

Me parece muy bien que un obispo dé una rueda de prensa para animar a los contribuyentes a marcar “la equis” en la casilla de la Iglesia católica en la declaración anual del IRPF. Y digo que me parece muy bien porque así es como se debería subvencionar la Iglesia, a partir de aportaciones de sus feligreses y no a partir de subvenciones estatales, que como ya dije cuando traté el tema del Concordato son inconstitucionales, ya que una persona que no cree en la Iglesia no debería sufragar sus gastos. Pero claro, deben tener miedo de que esa casilla no se marque tanto como a ellos les gustaría...

En una parte de su rueda de prensa ha criticado el hecho de que no existan controles para conocer con certeza cuál es el porcentaje exacto de la aportación del IRPF que se dirige a la Iglesia católica. Preguntándose que cómo lo puede saber él, se tiene que fiar... Como lo hacemos todos los españoles, que nos fiamos de la Iglesia y de sus ONGs para repartir nuestras donaciones. Parece que ahora hay que añadir a los obispos otra característica que no tenía Cristo, la desconfianza, es más, la desconfianza pesetera, pues no se fían de lo que hacen las instituciones democráticas con el dinero.

¿Entonces cómo me puedo yo fiar de una Iglesia que no es nada democrática y que falsea sus datos? Es más, ¿Cómo puedo yo fiarme de una institución que ha manipulado su libro fundamental recortando la verdad y marginando por ello a las mujeres? En fin, es más sencillo fiarse de ellos cuando mientras Jesús se acercaba a los más necesitados y desprotegidos, ellos si los ven, los niegan y giran la cabeza hacia otra parte.

Ha añadido el obispo Catalá que lo que la Iglesia recibía no era un privilegio, era una compensación por la desamortización que padeció esta institución durante el siglo XIX, y que desde enero de 2007, el Estado no aporta ni un euro a la Iglesia, y si no hay fondos económicos todo lo que se está haciendo no se podrá hacer. Y yo podría enumerar las cosas buenas que sí se están haciendo con el dinero que se le da a la Iglesia, pero también las malas...

Así que, el Estado ha tardado más de un siglo y medio en eliminar las aportaciones directas a la Iglesia, veo que de eso no se queja, aunque fuese una medida inconstitucional, pero sí se queja de lo contrario, ¿otro que ve sólo lo que quiere?, ¿otro con miopía selectiva?

Estoy de acuerdo con el contenido de su discurso, en parte, cuando ha dicho que muchos sacerdotes e instituciones de la Iglesia católica dedican todo su tiempo, sus fines de semana y las 24 horas del día (ya será menos), a labores sociales con enfermos, inmigrantes, ancianos, con los más desprotegidos (¿cómo los homosexuales?). A lo que ha añadido que es un gran gasto que se está ahorrando el Estado, ¡ojalá! La verdad es que no me importaría pagar para que los ancianos de este país estuviesen bien atendidos en asilos que no sólo miren el pellizco que les puede caer como herencia cuando el mismo anciano muera, como hacen en sus asilos de monjitas...

En fin, lo que no acabo de entender es por qué un obispo se dedica a perder su tiempo hablando de temas tan banales como el dinero, en lugar de tratar de evangelizar a una población cada vez más descreída, o mejor aún, a una población cada vez más despierta, por lo que ya no es tan fácil engañarla.

La verdad, me parece mal, que de lo que se paga al Estado en impuestos se lleve un pellizco la Iglesia, si de verdad quieren ese dinero, que nos pasen un presupuesto con lo que piensan hacer con él, en ese caso tal vez encontremos una institución que preste los mismos servicios de forma más barata.

No tengo mucha información de lo bueno que se hace desde las parroquias porque yo no voy a la mía, aunque esté matriculado de oficio. Por lo visto yo vivo en un círculo de ateos y descreídos, ¿por qué será? Pero la verdad es que la gente que conozco que sí que va a la parroquia no mueve un dedo por evangelizarme, como según la Iglesia debería ser su misión, para evitar que yo caiga en las llamas del infierno, ni siquiera tienen el placer de debatir conmigo acerca de lo bueno que hace la Iglesia, con buenos argumentos, y eso que yo estoy dispuesto a aceptar muchas cosas como animal de compañía...

En fin, con estas reflexiones os dejo por hoy, sabedor de que mis palabras deben llevarme a la hoguera que bien se cuidará de encender la Iglesia, aún sin dinero. Sin embargo en verdad yo os digo, que los merecedores del castigo del fuego purificador serían todos los miembros de la Iglesia que se preocupan mucho más del dinero que de evangelizar a la población, como el obispo Catalá.

¡Buenas noches!

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