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lunes, 19 de mayo de 2008

Tanto hablar del cambio climático, ¿para qué?

En la televisión, en la radio, en la prensa escrita, en Internet, es decir, por cualquier medio estamos recibiendo un bombardeo masivo de que hay que llevar cuidado con el cambio climático. Para lo cual, el ser humano debe adquirir mejores hábitos de cara al cuidado del medio ambiente.

Se nos bombardea continuamente, incluso llegan a hacernos sentir mal, creándonos problemas de mala conciencia, que tal vez a algunos les quiten el sueño, pero a otros no, como después dejaré claro.

En primer lugar cabría analizar si el máximo culpable es ése que recibe el bombardeo anti-cambio climático, o el principal culpable sería el gobierno de cualquier país desarrollado, yo me decanto por la segunda opción.

Evidentemente me parece mal que los países en vías de desarrollo estén fomentando el uso de energías convencionales. Pero también entiendo que es lógico, ya que esos países están pasando por las etapas del desarrollo que ya hemos superado (o no tanto) los países supuestamente desarrollados. Así que yo nunca le pediría explicaciones a los gobiernos de esos países. De hecho suelen acatar antes que los gobiernos de los países desarrollados las limitaciones que se ponen al deterioro del medio ambiente, como no hizo en principio el más “desarrollado” de los países, Estados Unidos, ya que de primeras no firmó el Protocolo de Kyoto.

Tampoco van a tener la culpa los países del tercer mundo, ya que bastante tienen con tratar de superar su miseria y su pobreza, mientras algunos continúan siendo explotados por los países desarrollados que instalan fábricas contaminantes en dichos países por contar de mano de obra más barata.

Como ya conté en una ocasión, se cuenta que el principal causante del calentamiento global es el CO2, y ciertamente lo es. Pero otro gas que ayuda a calentar el planeta es el metano, también produce efecto invernadero como el CO2. Sin embargo, como este gas surgiría, entre otras fuentes, del gas natural que ahora está en auge, no interesa nombrarlo tanto, echando sólo la culpa del calentamiento global al CO2, pero no es el único culpable.

De todas formas, por más que se nos bombardea, una buena parte de los que recibimos ese bombardeo, no hacemos ni caso. Muchos de nosotros seguimos prefiriendo ir trabajar en nuestro propio coche antes que utilizar el transporte público, si es que lo hay, por lo que la culpa también tocaría de nuevo a los gobiernos. Pero lo que más me importa hoy, es la contaminación de la naturaleza por medio de todo tipo de residuos.

Soy una persona a la que le gusta hacer senderismo, entre otras muchas cosas, por lo que estoy harto de pasearme por parajes naturales preciosos, que pierden buena parte de su belleza gracias a la decoración de la basura que deja la gente. Y lo hace esa gente que se supone tan concienciada con el cambio climático gracias a los medios de comunicación, que en sus casas recicla par evitar el gasto de nuevos materiales, sin embargo, cuando se echan al monte, se les olvida que otra forma de cuidar el medio ambiente es no dañarlo llenándolo de su propia basura.

Es bastante triste ver el espectáculo de un bello paisaje condimentado con botellas y bolsas de plástico, latas de refrescos, trozos de vidrio (sin duda provenientes de botellas despedazadas), papeles, etc, que los excursionistas reciclan (o puede que no tanto) en casa, sin embargo no les importa dejarlos tirados por cualquier lado, cuando no se encuentran en ella. ¿A qué viene esta doble moral de las personas? ¿Es que como no tiene que limpiar los parajes naturales ya se les olvida recoger su basura? ¡Podría olvidárseles limpiar su casa un mes! ¡Seguro que así aprendían!

Hoy en día, en los centros educativos se insiste bastante en el cuidado, y no deterioro, del medio ambiente. Se les trata de inculcar a los niños y adolescentes un concepto que pronto asimiló el hombre primitivo, pero que el hombre desarrollado tardó muy poco en olvidar. El concepto es el de desarrollo sostenible, el cual se podría definir como aquel desarrollo que satisface las necesidades de las personas en el presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Lo cual sin lugar a dudas están cumpliendo todos los que llenan la naturaleza de residuos, ¿verdad?

Deberíamos aprender de las culturas menos desarrolladas, que no actúan como esos cerdos que circulan por nuestros montes o llanos, y no me refiero a los animales que se revuelcan por el fango, aunque alguno habrá. Pues las culturas menos desarrolladas son muy respetuosas con el medio, ya que nunca lo sobreexplotan y lo contaminan lo mínimo, justo lo contrario que nuestra cultura tan avanzada.

Por supuesto, a parte de los cerdos, por así llamarlos domingueros, estarían otros, que son las industrias, que contaminan los ríos y dejan sus residuos sólidos donde mejor les pilla, pero a esos los dejaré tranquilos hoy, ya tendrán su dosis de crítica otro día, porque hoy me centro en los excursionistas o mejor dicho, en los amantes del picnic.

La verdad es que en muchas excursiones me he planteado en qué piensa la gente para hacer eso, sobre todo cuando me he encontrado restos de enorme envergadura como puede ser lo que queda de un coche oxidado, bañeras, fregaderos, inodoros, y todo tipo de hierros preferiblemente oxidados por el paso del tiempo a la intemperie. Con esos hierros se puede cortar una persona si no lleva cuidado, y mucho más un animal que no sabe lo que es, y todos sabemos que eso sería una posible entrada para el tétanos. En fin los que se van al campo y dejan todo lo anterior son auténticos salvajes.

Pero la mayoría lo que dejan son residuos de sus comidas, aunque si se les rompe una sillita, tal vez no tengan problema en dejarla oculta tras un matorral, por si algún animalito se quiere sentar digo yo. A veces he visto las redecillas que sirven para coger las seis latas de refresco o cerveza, por ahí tiradas, con lo que cualquier animal se puede enganchar en ella y producirse una lesión.

Así que todos estos cerdos de la raza humana no piensan en ninguna de las consecuencias de sus actos cuando “enmarranan” un paraje natural, ya sea dejando residuos que pueden ser peligrosos para animales o plantas, como en el caso de los vidrios posibles focos de incendios por efecto lupa gracias a los rayos del sol. Parece muy claro que el mensaje del cambio climático y del desarrollo sostenible llega a todos los que van al campo a pasar el día, aunque lo entienden al revés.

Con estas palabras os dejo por hoy, esperando que no me lleven a la hoguera por el mero hecho de llamar la atención sobre los gobiernos de los países desarrollados o por llamar por su auténtico nombre a esos cerdos contaminadores de la naturaleza, pues tanto unos como otros son los auténticos merecedores del castigo del fuego purificador, por su deleznable actitud para con el medio ambiente, y no yo por llamar la atención sobre ellos.

¡Buenas noches!

Lamento que por problemas de mi proveedor de Internet no pudiese colgar mi artículo anoche. Os pido disculpas a los que pudieseis esperarlo.

¡Buenos días!

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