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martes, 15 de abril de 2008

Sobre el arte de volver loco a un cuerdo.

La verdad es que no sé por qué pongo el título antes de escribir los artículos, porque justo en estas primeras líneas, ya lo cambiaría por el siguiente: ¿Existe algún cuerdo en el mundo? Con esto por supuesto y dado el machismo de nuestro lenguaje también afirmo que no existen cuerdas humanas, se da por hecho, ¿no? Porque evidentemente cuerdas de esparto y de otros materiales sí que existen...

Pero volviendo al título, la verdad es que es un auténtico arte que está en manos de unos pocos privilegiados, tienen el don de conseguir que personas que sonreían a la vida acaben sacándose el zapato y dándose con él a la cabeza, como si tal cosa. Y estos privilegiados no son otros que los médicos, y más aún, dentro de ellos los psiquiatras.

De los psicólogos mejor no hablo, pues a los que he conocido estaban más locos que los que se tumban en su diván, lugar que por suerte nunca he tenido el placer de probar en esta vida, no sé si en otra, tal vez cuando fui pantalón, alguien me posó en el diván.

Y cuando estos personajes se dedican a la educación, ya es el acabose. Eso sí que lo he sufrido en mis carnes, pues cuando en mi mente estaba hacer una ingeniería, el instituto al que yo fui me obligó a pasarme por el psicopedagogo antes de elegir las materias del antiguo COU, para que me orientase, y me dio una gran orientación sí, pues me dijo que no pasaba nada si no escogía la Química, uno de los peores consejos que me han dado en mi vida, pues no os podéis imaginar lo que sufrí para poder aprobar la Química de mi ingeniería, ésa que según el psicopedagogo no estaba en mi carrera.

Debe ser por motivos como ése que a los psicopedagogos en los centros educativos les apodan pakistanís (¿p’a qué están?). Aunque es cierto que alguno se salva sí...

Pero bueno, todo ese cúmulo de gente que debe ayudar a los demás, ¿por qué la desayuda? O es que realmente no tienen ni idea de lo que hacen...

Al menos eso piensa un amigo mío, le cambio el sexo para que no se pueda sentir identificada si algún día lee esto, je, je. Este “amigo” mío ha venido esta tarde y me ha contado por enésima vez su historia, pero bueno, para eso estamos los amigos, somos psicólogos gratuitos, ¿o no? Al menos los buenos amigos sí, que aunque estén en extinción puedo dar fe de que existen, modestia a parte yo me considero uno...

Como decía este amigo mío me ha contado su historia, en la que siempre parte de una cordura inicial. Y es que era un tipo con mucha energía, trabajador, encantador, al que todo le iba bien, y que tenía una cualidad realmente admirable, y es que era capaz de encontrar petróleo donde sólo había agua, esto es, que en situaciones de mucha presión respondía estupendamente.

Hasta que una vez metió tanta presión en su olla que explotó, y es que la capacidad humana tiene un límite. Quiso hacer tantas cosas a la vez, y encima todas bien, que en el momento apareció un ingrediente de más e inesperado en la mezcla, vino el gran reventón, el gran apagón, ya que a partir de entonces empezó a arrastrase por la vida. Supongo que este amigo nunca olvidará los motivos que le llevaron a esa situación, siendo el principal que no se había dado cuenta de que los días no tienen 25 horas, sino sólo 24 y encima se deberían usar algunas para dormir.

Y así como una sombra de lo que fue pasaba por la vida, más que vivirla, pero es que según cuenta no tenía fuerzas para nada, ni siquiera para llevar a cabo su fácil trabajo, pues es funcionaria, digo funcionario, que me va a pillar, je, je.

Era una persona a la que le gustaba y le gusta hacer deporte, otra cosa es que ahora pueda hacerlo. Y no me cabe duda de que lo intenta, ya que sabe que eso le puede ayudar mucho a volver a iluminarse, aunque eso sí, el deporte que más le gusta lo tiene prohibido, como salir por la noche, lo que ha sido una gran pérdida para el grupo, pero es que un ingrediente de su apagón fue la falta de sueño y lo trata de recuperar.

Aún así, en aquellos tiempos todavía estaba cuerdo. Pero trató de solucionar su problema recurriendo a un médico, el cual le diagnosticó un posible resfriado, ya que le dolían todas sus articulaciones, la cabeza, se sentía muy débil, etc.

Él muy pronto se dio cuenta de que la cosa no era tan simple, pues según cuenta, notó perfectamente el clic del apagón, por lo que fue a su médico de confianza, el que lo trataba desde que era niño, pero la cosa no fue mejor, y no porque ese médico no haya puesto voluntad en resolverle el problema, sino porque todavía no ha comprendido su problema. Así empezó diagnosticándole astenia primaveral en la primavera del pasado año, lo que le ha vuelto a diagnosticar en la primavera actual, al menos coherente es el hombre.

La verdad es que fue una astenia muy fuerte, porque no podía hacer prácticamente nada, con unos dolores de cabeza terribles, para los que el médico no le recetaba nada, tan sólo vitaminas. Y es que la medicina no es una ciencia exacta, sino que es una ciencia de ensayo y error.

Para darle ánimos estaban sus amigos, como yo, que con la mejor intención del mundo le decían: una amiga de mi madre tiene tus mismos síntomas y padece fibromialgia, o alergia, o una enfermedad rara, entre otras cosas. Incluso hubo quien le dijo que lo que tenía era cuento, ¡mira que los hay animales!

Él se hacía pesado y cada dos por tres estaba en el médico, que probaba unas nuevas pastillas pero sin dar con el problema, y le dio un susto tremendo al decirle que tenía los síntomas de fatiga crónica. Imaginaos lo que esto puede suponer para una persona activa.

Pero un día el médico tomó muy en cuenta la opinión de su paciente que le insistía en que el sueño tenía mucho que ver, y le recetó un jarabe de hierbas para dormir, que le fueron muy bien, pero tan sólo unos días. Aunque como ya llegaba agosto, mes en el que tenía vacaciones en parte se recuperó, si bien no del todo por supuesto y es que el apagón fue brutal.

Al volver a trabajar empieza a sentirse nuevamente mal, fatigado, y vuelve a su médico, quien le vuelve a mandar vitaminas, pero de otro tipo. Hasta que le dice que no puede seguir así, por lo que le manda un ansolítico suave, que no le hizo nada, y entonces ya sin más paliativos se atrevió a pedirle la baja, pero su médico se la negó, le dio ansolíticos más fuertes y tras preguntarle sobre su estado de ánimo, mi amigo le contestó que tras medio año así cómo iba a estar, por lo que también le recetó antidepresivos.

Es triste mirarle a la cara algunas veces, porque aunque no quiera, se le transparenta su interior, al menos para quien se atreve de verdad a mirarle a los ojos. Es cierto que él lo trata de esconder mostrando una sonrisa de anuncio y disimulando la procesión por dentro, pero no siempre puede...

Tras mucho insistir su médico lo envió a un especialista, el cual tras muchas analíticas y pruebas concluyó que su estado físico era perfecto, y como vio que le habían mandado antidepresivos le dijo que tenía que ser algo de tipo depresivo, y le dio más pastillas, aunque estas sumadas a las otras le fueron bien, y es que todo lo nuevo le sienta bien mientras es nuevo.

Llegaron las Navidades y se volvió a recuperar un poco en los días festivos que tuvo, pero tras volver al trabajo recayó para ir acentuándose según pasaba el tiempo, hasta estar otra vez destrozado.

Incluso se convirtió en vampiro y es que las pastillas le trastornaron tanto el sueño que dormía por la tarde porque no podía mantenerse en pie, y claro de noche no, su médico le añadió nuevas pastillas que no le hicieron nada, pero lo que sí le vino muy bien fueron los días festivos de Semana Santa en que se volvió a recuperar, y tras mucho insistir nuevamente consiguió que su médico le enviase a un especialista para tratar sus problemas de sueño, de estrés, de ansiedad, de depresión, o lo que sea que tenga. Y ese especialista era un psiquiatra en el que él volcó todas sus esperanzas de solución.

Y no me extraña que quisiera una solución pues sólo ella, ya se me ha vuelto a escapar, decía, sólo él sabe el cóctel de pastillas que se está tomando. Sus amigos le recomendamos que se deje las pastillas, su familia también, y él mismo quiere dejarlas, pero no puede de golpe porque producen adicción. De hecho, lo que no sé es cómo conduce con tanta droga, ya que cuenta que a veces lo ve pasar todo en plan mátrix, je, je. Yo no me subo a su coche, la verdad...

Hoy ha tenido su primera experiencia psiquiátrica y ha venido absolutamente desmoralizado, porque le han vuelto a mandar innumerables pruebas, y lo que es peor, le han hecho preguntas sobre su vida personal, sus padres, sus amigos, que lo han dejado en estado de shock. Entre ellas una perla: si su madre es la que lleva los pantalones en casa, si manda más que su padre vamos, ¿qué tendrá que ver eso con su fatiga y sus dolores? Si hasta para mí, que soy hombre de ciencias pero no médico, me es evidente que está somatizando algo desde el año pasado... ¿Qué es? El tenía la ilusión de que se lo dijese el psiquiatra, pero por lo visto le tratan de encontrar un complejo de Edipo o algo así.

Y bueno de mi casa se ha ido más animado, ojalá todos sus amigos estuviesen encima de él, como hacemos algunos, porque otros ni le hacen ver que existe, aunque bueno mientras haya alguien a su lado no pasa nada.

Lo que peor lleva es que haya gente que dude de que le pasa algo, por suerte para él, su jefe y sus compañeros de trabajo le creen y le apoyan, es más, le insisten en que no saben por qué no le dan la baja, como le decimos algunos amigos. ¿Por qué no se la dan? Yo nunca he visto a alguien así de mal, aunque aparente estar bien... Y es que como bien le dijo su médico de siempre, en el que confía ciegamente, su situación sólo la entiende gente que ha pasado por ella.

Para dejarlo mas animado le he contado un par de chistes, que os cuento a vosotros, sin vuestro permiso por supuesto:

En el primero un psiquiatra tiene tres pacientes y les formula una pregunta, ¿cuánto son 7 por 5?

El primer paciente le contesta 1000. El psiquiatra ni se inmuta y le contesta: ¡Bien! Anotando la respuesta en su libreta.

El segundo le contesta que 7 por 5 son Jueves. El psiquiatra lo vuelve a felicitar, anota nuevamente la respuesta en su libreta y se dirige al restante.

El tercero le contesta que 7 por 5 son 35. ¡Bien!, exclama el psiquiatra y no contento aún le pregunta: ¿Cómo lo has hecho? A lo que el tercer paciente le responde: si era muy fácil, he dividido 1000 entre Jueves y me ha dado 35.

El segundo ha sido éste:

Un médico está examinando a un paciente y le dice:

- Usted debería haber venido a verme antes. A lo que el paciente le contesta:

- Si... bueno, es que en realidad fui a ver a un curandero. Indignado el médico le espeta:

- Ya. ¿Y qué estupidez le dijo ese curandero? A lo que le responde el paciente:

- Que viniese a verle a usted.

Y con esto os dejo por hoy, espero no haberos aburrido y que mis chistes no merezcan llevarme a la hoguera, ya que al menos mi amigo se ha ido sonriente. Quienes sí merecen el castigo del fuego purificador son los médicos que le atiborran de pastillas en lugar de darle la baja, y aún más su psiquiatra que quiere buscar leones donde no los hay. Y os hago una pregunta, ¿vosotros qué consejo le daríais a mi amigo?

¡Buenas noches!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Consejos para tu "amigo"? Supongo, que ya estará cansado de oir consejos de médicos, psicológos y psiquiatras, que sacan su manual y le tratan como si fuera un aparato al que le falla alguna pieza, y la van testeando a ver si aciertan con el problema. (¿Serán las bujías?, ¿el carburador?, ¿los frenos?...).

Yo no voy a darle ningún consejo, le voy hablar de lo que pasé yo, y si a esta experiencia le puede sacar algún provecho, pues no habrán sido unas letras inútiles.

A mi me pasó como a tu "amigo", pero hace ya unos cuantos años, de estar perfecto de salud tanto física como mental, sin problemas (que yo entiendese como tal), de la noche a la mañana, empiezo a sentirme mal, flojera, sin ganas de nada, como a tu amigo, a lo primero que lo achacas es al cambio de estación, bueno serán unos días, y luego bien, pero no, la cosa va a peor, más flojera, mas cansancio, vas al médico, te examina, te manda pruebas, y nada, pero no me siento mejor, más pruebas, y nada, estoy sano. Dificil de escuchar, estoy sano, y estoy que me duele todo, algo no encaja.
Me derivan al especialista, y me recetan ansiolíticos, "las pastillas de la felicidad", pensé yo cuando las compré en la farmacia. Lei el prospecto, y los efectos secundarios, creo que me dieron más miedo, que el estado en el que me encontraba, posibles náuseas, erupciones, trastornos digestivos, cardiacos, hepáticos, creaban adicción...

Las probé, y claro que no te sentías mal, ¿qué ibas a sentir?, si caías en un estado extracorpóreo brutal, y encontes recordabas los mensajes de la televísión "¡DROGAS NO!".

Así, que apliqué el siguiente razonamiento científico:
- si estoy sano físicamente, según los médicos, no voy a morirme, y si se equivocan, pues como me habré muerto, ya no tendré de qué preocuparme.
- Si efectivamente hay un problema psicológico (algo que el cerebro no puede aceptar), y eso me provoca el estado anímico actual, pues he de descubrir cuál es el problema, o problemas, por si son más de uno, que se han unido, y una vez descubiertos darles solución, lo que se traducirá en una mejoría de mi estado de salud.

Así, que me tracé un plan de actuación:

1º Analicé mis hábitos alimenticios. Pues el cerebro se fundamenta en procesos químicos, podría que mis malos hábitos alimenticios hubiesen provocado mi estado actual. Estuve leyendo bastante, y la mayoría de estudios, hablaban, de que la mayoría de estados bajos de ánimo se producían, por un nivel bajo de Serotonina en el cerebro, así que tenía que introducir hábitos, que aumentase mi nivel de serotonina. Introduje un par de onzas de chocolate en mi dieta, dediqué media hora al día a reírme, me compré unos cd's de Mozart, que según otros estudios, escucharlo aumentaba el nivel de serotonina en el cerebro. Hábitos que si no me mejoraban, desde luego, no me iban a perjudicar.

2º Podría que mi estado anímico, no fuese provocado por malos hábitos alimenticios, sino, por hechos cotidianos, que yo hubiese identificado como que no me afectaban pero a mi psique sí, y de ahí el posible problema. Así, que me compré unos cuantos libros de psicoanálisis, me los leí, y por la noche, antes de irme a dormir, me metía en mi habitación, con la luz apagada, me ponía los cd's de mozart, en la posición de yoga de meditación, y ejercitando ejercicios respiratorios de relajación, me dedicaba a autoanalizarme, desde la fecha que empecé a sentirme mal, hacia detrás. Haciéndome preguntas del tipo, ¿me sucedió algo en el trabajo?, ¿estoy a gusto?, ¿con la mujer?, ¿con la familia?, ¿cómo me sentí ante tales hechos?, ¿me siento querido?, ¿me siento solo?..., preguntas tanto que se me ocurrían, como que había leido en los libros.

Y en mi caso, no sé decirte, que es exactamente lo que funcionó, o si funcionaron todas las cosas, o ninguna, y fue un proceso natural, la cuestión, es que me recuperé.

Y que lo que aprendí en todo el proceso de autoconocimiento, sí que me ha servido, para estar alerta, por si me siento en alguna situación, que pudiera desencadenar otro mal estado de ánimo.

Si tu "amigo" le puede sacar algún provecho al relato, pues me alegraré por él, si no, siempre me habrá servido el hacer memoria.

Saludos.

Opinador Lenguaraz dijo...

Querido anónimo, muchas gracias por tus amables palabras para mi "amigo".
No hay duda de que tú y él habéis pasado por una situación muy similar, por lo que le he contado todo lo que me escribiste, a lo que me ha dicho que algunas cosas ya las hace, como tomar chocolate, mejorar sus hábitos, incluso hacer deporte cuando puede.
Lo que le ha sorprendido mucho es lo de Mozart, porque a pesar de que se ha informado mucho, en su caso sin libros, a través de Internet, nunca había leído que escuchar a Mozart, le sirviese de ayuda, tal vez lo pruebe, aunque dice que a él le relaja mucho la música gótica, sí, cada uno es como es, ¡qué se le va a hacer!
Te contesto hoy, porque me ha llamado para decirme que su médico le ha dado la baja, diciéndole que tal vez le tenga una especie de fobia a su trabajo, que no es la cuestión,porque su trabajo le gusta, pero sin duda que le ayudará a recuperarse esa baja.
Como tú hasta ahora vivía en una especie de nube flotante aislado del resto de la humanidad, mientras no le salpicase la sangre no veía los problemas.
Además, tu razonamiento científico le gustó mucho, por lo que es muy probable que acuda a la medicina alternativa, a parte de las cosas que tú mencionas.
Tus palabras le animaron mucho para poder ver luz al final del túnel, lo que te agradezco enormemente de su parte.
Un saludo y un abrazo.