Bienvenida a todo el mundo

Desde aquí doy la bienvenida a todo el que desee leer mis opiniones en un lugar donde la indiferencia no tiene lugar.

miércoles, 9 de abril de 2008

El fin de la relación entre el viento y la morera.

Hoy os voy a dar mi opinión de una forma un tanto diferente a lo que os tengo acostumbrados, queridos lectores, pero ni es la primera vez ni será la última, podéis estar seguros...

Lo sucedido no es nada nuevo, pero es algo que nunca se debe olvidar, y es que hace unos años un fuerte y poderoso viento avanzaba por encima del mar sintiéndose muy feliz de poder causar un fuerte oleaje. Sin embargo, un día decidió adentrarse en tierra firme, lo que para él era una nueva aventura, ya que le encantaba dominar el mar con toda su fuerza, pero desconocía lo que le podría esperar cuando el mar se acaba.

Por ello penetró en la tierra a ras de suelo para ir elevándose poco a poco. En su avance vio montañas a las que no podía doblegar, pero tras sobrepasarlas se encontró con un bosque y se quedó fascinado de cómo se inclinaban los árboles a su paso, por lo que el viento se dijo a sí mismo que en tierra también se podía estar a gusto, ya que si utilizaba toda su fuerza los árboles le mostraban su respeto, incluso los animalitos se cubrían a su paso, era todo un rey, sí...

Pero un día el viento salió por un extremo que desconocía del bosque y se topó con una llanura en la que podía correr todo lo que quería, para poco después toparse con otra arboleda, y pensó voy a doblegarlos, deben saber quién manda. Sin embargo las cosas no marcharon como el viento esperaba...

Uno de los primeros árboles con que se topó era muy robusto y no se inclinaba como el resto ante él. Empezó a revolotear a su alrededor, pues era la primera vez que algo le sorprendía de esa manera. Es más, descubrió que la sensación de esa sorpresa era agradable, ya que le producía un gozoso cosquilleo el hecho de lanzarse sobre ese árbol y entremezclarse con sus poderosas ramas notando la suave caricia de sus hojas, por lo que con una gran sensación se elevó a las alturas y como siempre, aunque esta vez muy dichoso, regreso a su apasionante mar.

La situación se repitió el día siguiente, tras jugar como el día anterior, y comprobar que ese árbol también disfrutaba, se atrevió a preguntarle su nombre, y ésta le respondió que era una morera.

Fueron pasando los días y el viento y la morera se hacían inseparables, no pudiendo vivir el uno sin el otro. Pero un día el viento recordó una palabra, que no era otra que amor. Sus padres, el gran viento y la suave brisa, le habían hablado de ese sentimiento, le habían dicho que era el más puro y bonito de todos los sentimientos, y que nunca sería un ser completo si no era capaz de sentirlo y de manifestarlo...

Al día siguiente comentó sus pensamientos a la morera, le confesó su amor con temor, y para su más profundo goce su amiga la morera le dijo que no se preocupase, pues ella también se había enamorado profundamente de él, desde el principio, ya que nunca nadie la había hecho vibrar de esa manera, nadie había agitado y acariciado sus ramas y sus hojas con tanto vigor y a la vez con tanta dulzura, confesándole él que hasta que la conoció, tampoco nadie le había acariciado como lo hacía ella con sus tiernas hojas.

Y así fue como el viento y la morera se convirtieron en la pareja más feliz del planeta, y se pasaban día y noche jugando, acariciándose, ya que mientras el viento la rodeaba y la hacía vibrar, la morera le devolvía siempre el suave roce de sus hojas, era su manera de hacer el amor.

Mas llegó un día en que el viento tuvo que confesarle algo a la morera, y era que necesitaba la libertad de recorrer la tierra y el mar, pues para ello había sido concebido, por lo que invitó a la morera a que la acompañase en sus viajes ya que sin ellos no podía vivir debilitándose cada vez más. A lo que la morera le contestó, que no podía ya que ella tenía raíces que la ligaban a la tierra por lo que no podía moverse, pero que a ella no le importaba que él diese su paseo diario pues estaba segura de que volvería ya que era su amor y confiaba en él.

El viento que hasta entonces no había reparado en que su amada morera estaba anclada al suelo, le agradeció que entendiese su necesidad y con una mirada triste y apenada se marchó, y se volvió a sentir libre y poderoso manejando a su antojo las olas del mar. Pero por supuesto después de su paseo regresó velozmente junto a su amada morera, para abrazarla, arroparla, rodearla, hacerla vibrar como tanto le gustaba a ella, como a él sentir la caricia de sus hojas.

Y así pasó el tiempo, el viento se iba dar su paseo diario y la morera lo esperaba sin dejar de pensar en él, ya que su amor, el viento, lo era todo para ella, y era incapaz de concebir la vida sin él. El viento regresaba y ambos disfrutaban de su mutua unión. Pero sin darse cuenta ninguno de los dos algo había empezado a cambiar y es que cada vez los paseos del viento eran más largos...

A la morera esto no le importaba, de hecho ni se daba cuenta, aunque el tiempo sin su viento a su lado se le hacía eterno, pero esperaba paciente su regreso, como también lo esperaba el viento, aunque no se daba cuenta del paso del tiempo, por lo que al volver se amaban tanto como siempre...

Pero de repente un día, cuando el viento regresó vio un pajarillo posado en una rama de la morera, y entro en cólera, llegando a decirle que ya entendía la razón por la que no volaba con él, porque tenía otros amantes que la acariciaban en su ausencia. Ella le respondió que no, que sólo era un pajarillo amigo suyo con el que charlaba en su ausencia y que no tenía motivos para estar celoso, pues ella le amaba a él. Mas el viento encolerizado la despreció, le dijo que no la creyó y se marchó, para volver poco después pidiéndole perdón.

Esta situación se repitió día tras día durante un tiempo, la morera esperaba el regreso de su amado viento, pero a la vez tenía miedo de que la viese con sus amiguitos, lo que la hacía sentirse desgraciada y controlada sin motivo. Y más cuando cada vez que el viento volvía y la encontraba con algún animalito ya no sólo se iba, sino que la insultaba y le decía que era un ser inútil que no servía para nada ya que no podía ni moverse, por lo que la morera se quedaba llorando con su autoestima destruida por el ser al que más amaba, lo que no entendía, pero a la vez asimilaba como una culpa propia por darle motivos a su viento para ponerse celoso. Y es que ella entendía que el viento la amaba así, lo que iba aumentando su indefensión.

Sin embargo un día, el viento volvió como siempre consumido por los celos y reparó en algo que por sus ataques de ira no había visto hasta entonces, y es que al lado de la morera había crecido otro árbol, un enorme pino cuyas ramas casi rozaban a las de su amada. Por ello, la insultó, y lo que es peor todavía la atacó con furia haciendo que su amada morera perdiese unas cuantas hojas, ya que revoloteó a su alrededor con todo su vigor, como si fuese un tornado.

Cuando el viento se fue, la morera se quedo herida, dolorida y humillada, y lloró como sólo los árboles heridos profundamente lo saben hacer. Pero el viento se dio cuenta de que había obrado mal y volvió pidiéndole perdón, el cual ella aceptó pues estaba ciega de amor y no veía lo evidente.

Las fuertes discusiones se hicieron más frecuentes cada vez que regresaba el viento, ya que cuando en las ramas de la morera, no había pajarillos, había gusanitos, si es que no la rozaban las ramas del pino, sin ninguna intención sexual por supuesto. Y al mismo tiempo las agresiones del viento se hacían más violentas, cada vez le arrancaba más hojas a su amada, llegando incluso un día a partirle unas ramas...

Pero el viento se dio cuenta de que actuando así podría poner en peligro su relación, por lo que manipulaba a la morera pidiéndole que la perdonase, que todo había sudo culpa de él y que no volvería a pasar mientras la acariciaba suavemente y le susurraba que era la cosa más importante para él ya que no concebía la vida sin ella.

A pesar de todo, las agresiones se repetían y cada vez más frecuentemente y con más violencia tronchando más y más ramas mientras le gritaba que la culpa la tenía ella, la morera, pues siempre que volvía estaba bien acompañada. Y como cada vez, instantes después le volvía a pedir perdón y le prometía que no volvería a pasar, por lo que insistía en que le dejase siempre volver a su lado, ya que ella lo era todo para él.

Todo esto pasaba una y otra vez, pero la morera no se daba cuenta de cómo el agresivo viento la manipulaba, reforzándola positivamente por lo que tras cada agresión la morera reconsideraba su relación creyendo de verdad que podría cambiar y volver a ser como al principio, pero de eso nada...

El viento volvía cada vez más pronto, y siempre ocurría lo mismo, insultos, tensión, y agresiones salvajes que estaban dejando a la morera en poco más que un tronco pelado. Cada vez pasaba menos tiempo entre una y otra agresión, llegando a ser inexistentes los momentos de calma. De hecho, sin darse cuenta la morera, en su relación sólo quedaba tensión y agresión, pues ni siquiera ya el viento le pedía perdón tras agredirla. Como consecuencia la morera se encontraba en una situación sin salida que se repetía una y otra vez sin que fuese capaz de ver una solución.

Además las tremendas agresiones del viento le habían eliminado totalmente su autoestima, y no se sentía nada, pues ahora era un árbol feo y sin amigos, ya que no tenían apenas ramas donde posarse y tampoco querían posarse en ella por si volvía el viento y ellos también salían perjudicados, como su pino compañero, al que no le quedaba ni una rama ya cerca de la morera.

Pero, lo peor ha pasado hoy, cuando el viento ha vuelto como siempre consumido por los celos y cegado por la ira y al ver a la morera sola, ha pensado que hoy sí que le había engañado, pero que su amante ya se había ido, por lo que con una violencia descomunal el viento ha vuelto hasta la llanura para coger fuerza y atacar brutalmente a su “amada” morera. Sin embargo, esta vez su furia ha sido tan descontrolada que le ha tronchado el tronco a la morera, partiéndola en dos y arrancando y rompiendo sus raíces, como consecuencia de ello la morera ha muerto mientras pensaba cómo era posible que el ser del que estaba enamorada la pudiese matar...

Y con este trágico suceso os dejo por hoy. Espero haber dejado clara mi opinión sobre este desagradable tema del maltrato a la mujer, pues esto no ha sido más que la historia de un maltrato más aunque no haya salido en las noticias. Confío en que mis palabras no me lleven a la hoguera y en que todos penséis como yo en que el merecedor del castigo del fuego purificador es el maltratador, el viento, que creyendo amar a su pareja, la morera, la somete a una auténtico infierno en el que se encuentra indefensa, hasta que trágicamente termina por matarla. Y por supuesto también tiene parte de culpa su entorno, sus amigos los pajarillos y los gusanos, como su vecino el pino, que no fueron capaces de ayudarla y abrirle los ojos, cuando la maltratada pedía ayuda a gritos con su triste mirada.

¡Buenas noches!

No hay comentarios: