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domingo, 27 de abril de 2008

El Aceite de la Muerte.

¿Recordáis la película El Aceite de la Vida (Lorenzo’s Oil)? Si nunca la habéis visto, yo os la recomiendo. Trata de la historia real de un matrimonio (Susan Sarandon y Nick Nolte) que, desesperado por la extraña enfermedad (adrenoleucodistrofia o ALD) que sufría su hijo Lorenzo y que no tenía tratamiento, idea una posible terapia, su aceite, y se enfrentan a las críticas de los expertos médicos. Sin embargo, años después del estreno de la película un equipo internacional de investigadores ha avalado la lucha del matrimonio demostrando que el aceite de Lorenzo sí retrasa el desarrollo de la enfermedad, que es un proceso neurodegenerativo hasta quedar en estado vegetativo y morir años después, para el que la única y peligrosa solución es el transplante de médula ósea, que sólo sirve en la fase inicial del ALD.

Y bien, tras este rollete previo para justificar el título de mi artículo de hoy, y también para llamar la atención sobre las enfermedades raras, quiero ahora llamaros la atención sobre el hecho de que en España, cada dos por tres nos encontramos con algún aceite de la muerte, o con algún aceite que según los intereses de la campaña es bueno o malo para la salud según el país exportador correspondiente no olvidemos que España es un importante productor de aceite. Pero a las empresas ahora les resulta más barato importar el de fuera que utilizar el propio del país, ¡qué cosas tiene la macroeconomía!

Por ello ha venido ahora el nuevo aceite de la muerte, el de girasol, pero eso sí, procedente de una partida del mismo de Ucrania donde fue mezclado con hidrocarburos, una idea original, vaya, no sé por qué me recuerda algo... El aceite de girasol sospechoso partió de un puerto de Ucrania, Ilyichevsk donde se cree que se mezclaba con el mineral (¿puede que accidentalmente?) antes de partir para Europa. Las autoridades sanitarias de La Unión han pedido al gobierno ucraniano toda la información sobre este asunto.

De hecho, que provenga de Ucrania ya es en sí un poco peligroso. ¿No recordáis la catástrofe nuclear de Chernóbil en Ucrania? Fue el 26 de abril de 1986, ¿debe ser casualidad que en las mismas fechas, pero muchos años después, se vuelva a hablar de Ucrania y peligro? ¿O todo sigue un patrón? La respuesta se la dejaré a la Bruja Lola, o a quien descifre de verdad las profecías de Nostradamus.

Sería fácil suponer que siga quedando radiactividad residente en las tierras de aquel país, y que hayan afectado a los girasoles. Éstos habrían sufrido mutaciones, dando unas pipas con hidrocarburos, que serían la solución al problema energético mundial, pero no, se usa para la alimentación, ¡qué mala suerte! Bromas a parte, ¿a quién se le ocurre mezclar el aceite de alimentación con hidrocarburos? ¿O por qué no se lleva más cuidado?

No obstante, nuestro Gobierno ha informado hoy de que las partidas de aceite de girasol procedentes de Ucrania están controladas, y que en breve retirará la recomendación de no consumir ese tipo de aceite, tras asustarnos a todos el viernes con su contradicción: el Gobierno va y dice que el aceite de girasol contaminado no entraña peligro para la salud, sin embargo pide a los consumidores que no lo tomen, es decir, lanza una alerta sanitaria, pero no prohíbe su venta. Para mí eso es ser alarmista...

Si no había peligro, ¿por qué hay una alerta que pone en guardia a los consumidores y puede afectar gravemente al sector del girasol? Y, si se recomienda que no se consuma, ¿por qué se deja la retirada de las botellas a la voluntad de las empresas? Ayer Bernat Soria aclaró, que pese a desatar desde aquí la alarma en Europa, ya sabían que la concentración de hidrocarburos alifáticos detectados en el aceite era tan baja que no había riesgo de toxicidad aguda. Incluso aún con el menor refinamiento posible que se aplica a este producto, su toxicidad sería seis veces menor del límite tolerable para el ser humano. Eso sí, su ingesta de forma continuada podría provocar toxicidad crónica.

En mi opinión, una alerta sanitaria de tal envergadura sólo debería lanzarse cuando hay un riesgo inminente y extraordinario para la salud. No parece ser el caso, pero yo no soy ministro claro, de serlo actuaría con más responsabilidad y transparencia...

España es un país productor de este tipo de aceite, por lo que una alerta tan inconsistente, (y eso que a mí me gustan las contradicciones), puede afectar al sector. Por ello marcas como Coosur o Borges han comunicado que el 100% de su producción es de origen nacional.

La única explicación, para esta actuación de Sanidad, entiendo que es el miedo generado antaño con las vacas locas o el caso del aceite de colza (al menos 25.000 afectados y unos 600 muertos en España por la colza), pero creo que no es algo comparable. En aquel caso, la codicia de aceiteros sin escrúpulos desvió al consumo humano aceite de colza desnaturalizado con anilinas para uso industrial. Aunque es cierto, que más vale prevenir que curar. Pero una buena previsión habría sido la prohibición de su venta.

No es el primer error que se comete con el aceite, pues está el precedente del aceite de orujo, que no fue más que una falsa alarma que afectó enormemente al sector, (caída de un 60%). Entonces, Celia Villalobos, decretó la alerta sanitaria y la inmovilización de 30.000 toneladas de aceite de orujo por entender que se había mezclado con benzopireno. Pero en el pasado mes de julio, el Tribunal Supremo sentenció declarando injustificada y desproporcionada la incautación por Sanidad.

El Ministerio de Sanidad dará a conocer mañana o pasado mañana las marcas que han comercializado las partidas contaminadas, para que todo el mundo pueda usar su aceite de girasol con tranquilidad, ¡menos mal que yo siempre uso el de oliva!

Los supermercados y grandes superficies comerciales han retirado estos días todo su aceite de girasol de las estanterías, voluntariamente y hasta nuevo aviso, para evitar problemas, pero en cuanto a los pequeños comercios no todos lo han hecho, ya que en algunos han puesto ofertas 2x1 o han bajado los precios. Y es que los españoles (y los inmigrantes) somos así... ¡Viva la picaresca! ¿Y qué pensáis que habrán hecho los bares y restaurantes? ¿No usarlo? Supongo que no, no iban a limpiar sus freidoras por una contradicción, así que el que haya pedido fritangas ya sabe a qué se ha expuesto, pero eso sí, que le quiten lo “bailao”...

En el resto de países europeos que más se ha mencionado esta crisis del aceite de girasol paralizaron las partidas de aceite una vez que las compañías importadoras les alertaron de su contaminación, a mediados de abril, evitando así su llegada al comercio, por ello no alertaron a los consumidores, pero en España se actúa de modo diferente.

En España, la Asociación Mayoritaria de Refinadores, AFOEX, aseguraba el viernes que habían pedido una reunión con Sanidad debido a que el jueves por la mañana ya había una confirmación de la analítica de los aceites. Se retuvieron entonces algunas partidas del aceite ucranio, pero otras no, por lo que se ha estado investigando el camino que siguió el aceite desde su entrada en nuestro país por barco, para ver a dónde ha podido llegar. Y cabe señalar que se ha comercializado, ya que de algunos comercios se han retirado partidas contaminadas, por lo que se pidió que no se consumiese. Ahora todos los puertos europeos están ya advertidos, pues saben el código del producto en mal estado.

Y así os dejo por hoy, seguro de que mis palabras no me llevarán cerca de las llamas de la hoguera. Pero eso sí, condeno al castigo del fuego purificador a los productores ucranios que han mezclado hidrocarburos con el aceite de girasol (ya sea por accidente o con mala intención), al Ministerio de Sanidad por dar una alarma sin reafirmarla con la prohibición de la venta (por falta de seguridad en sus pesquisas), lo que afectará al sector sin duda, y a los comercios y bares que han seguido vendiéndolo o utilizándolo estos días. ¡Sí que arde gente hoy!

¡Buenas noches!

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