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viernes, 11 de abril de 2008

Cuando la morera acaba con el viento.

Hace tan sólo un par de días escribí un artículo en forma de leyenda que recomiendo que os leáis, El fin de la relación entre el viento y la morera, ya que en él se encuentra información de lo que es realmente el maltrato psicológico y por supuesto físico a una mujer por parte de su pareja, lo que muchas veces acaba en la inevitable tragedia de su muerte.

Hoy dos días después, podría escribir el mismo artículo, pero por suerte para la victima tendría que cambiar el final. Pues hoy en la ciudad de Guadalajara una pareja ha mantenido una discusión, como las que mantenían en mi artículo el viento y la morera, pero esta vez, la morera, la víctima de esta situación sí que ha conseguido ver una salida, aunque no haya sido por la puerta...

En este caso la mujer, una joven rumana de 27 años, ha preferido arrojarse al vacío desde un tercer piso tras discutir fuertemente con su compañero sentimental, un no tan joven de 49 años, quien no contento con la discusión la agredió y la acorraló en su habitación impidiéndole salir, por lo que tomó la mejor decisión para salvar su vida y saltó, cayendo sobre un coche que amortiguó su caída y le ha salvado la vida. Esta vez, la morera ha volado más alto que el viento y no se ha sentido anclada a tierra.

Realmente está por determinar todavía si la mujer ha saltado por voluntad propia o lo ha hecho ayudada por su pareja, aunque de todas formas él ha sido detenido como merece todo maltratador, a pesar de que la mujer nunca le había denunciado, y por supuesto, como suele pasar en estos casos, los vecinos nunca habían oído nada que les hiciese temer eso, ya que hablaban un idioma extranjero claro...

Pero lo más sorprendente de hoy, es que se ha producido la excepción a la regla, la morera ha maltratado al viento, y es que a veces el viento no es el malo de la película, pero sólo una minoría de veces.

Ha sucedido en Málaga, donde se ha detenido una mujer tras maltratar y amenazar a su ex marido. En este caso, la víctima masculina, el viento, si que había denunciado a la mujer, la morera, la que, como consecuencia de la denuncia, tenía una orden de alejamiento por la que le estaba prohibido acercarse a menos de 50 metros de su ex pareja durante seis meses.

A pesar de ello, la mujer obvió esta orden y acudió al encuentro de su ex marido, abofeteándole, e incluso después se atrevió a llamarle por teléfono para amenazarle diciéndole que iba a su domicilio con la intención de pegarle fuego.

Lo cierto es que la mujer tenía la intención de cumplir su amenaza, y es como debe ser pues cuando uno amenaza a alguien con hacer algo, lo debe cumplir o pierde su autoridad, algo que bien saben los buenos profesores.

El ex marido avisó a la Policía, que fue al domicilio de éste y comprobó que había sido arañada la puerta de su casa, que le había sido arrancado el timbre, y que había sido rota la luna delantera de su coche a causa de una buena pedrada.

Pero aquí no acaba todo, pues mientras los agentes de policía llevaban al agredido a un centro sanitario para que fuese sometido a un reconocimiento, éste recibió una nueva llamada de su ex mujer y como él conectó el manos libres de su móvil los agentes pudieron escuchar nuevas amenazas y declaraciones intimidatorias de su ex mujer, por lo que fue detenida.

Luego, como es evidente, hay casos en que la morera es tan fuerte que es capaz de intimidar al mismo viento y dejarlo reducido a una tímida y timorata brisa, que puede manejar a su antojo, ya que es ella quien atiza con sus ramas y quien insulta.

Está claro que los casos en que una mujer agrede a su pareja, a su hombre, son mínimos, pero que tiene la misma gravedad que cuando el agresor es el hombre. De hecho, por culpa de la sociedad machista en que vivimos, al hombre que atraviesa esa situación le cuesta mucho más afrontarla, y a una mujer ya le cuesta lo suyo. Pero lo cierto es que el hombre siente herido su orgullo de macho ante los demás machos de su especie, por lo que lo primero que piensa es que si va a denunciar el caso o se lo cuenta a los amigos se van a reír de él. No deja de ser sorprendente que el cerebro de muchos hombres en el siglo XXI todavía funcione así, pero es lo que hay. ¿Cuándo se erradicará el machismo de la sociedad? ¿Nunca? ¡Ojalá no sea así!

Pero lo trascendente de este hecho es que la víctima es el hombre, como lo de otro hecho acaecido hace unos días en que una mujer mató al hombre con quien convivía de un hachazo, tras pedirle ayuda debido a que estaba enferma, y había vuelto para que la cuidase. Por tanto quiero dejar muy claro a todos los periodistas que siempre aluden a los crímenes de mujeres en manos de sus parejas como violencia machista que ése no es el término correcto, en la mayoría de los casos es cierto que el agresor es un vil machista, pero como hemos visto hoy, no siempre. Por ello les pido que utilicen los términos correctos como violencia de género o violencia doméstica, sin duda el más correcto.

Al contrario de lo que alguna gente piensa, éste no es un problema exclusivo del macho ibérico, tan sólo hay que mirar la cantidad de casos que se dan entre los inmigrantes llegados a España de otros países. Es más, se puede afirmar que la violencia doméstica es un problema generalizado, ya que afecta a una de cada cinco europeas. Nada menos que el 20%, salid a la calle y cuando os crucéis con cinco mujeres podéis decir que una de las cinco probablemente sea maltratada por su pareja sentimental.

Además, las autoridades calculan que únicamente se denuncia un 10% de las agresiones. Cifra que evidentemente es mucho más reducida en el caso de mujeres inmigrantes, pues suman muchas veces a su condición de víctimas la de su estado irregular en el país, hecho que les impide pedir una ayuda que podría salvarles la vida.

Pero siguiendo con algunas cifras más, como ya he señalado y siempre insistiré en ello, las víctimas de violencia doméstica son mayoritariamente mujeres, pero no son los únicos miembros vulnerables de la casa, ya que tanto los niños como los mayores, también sufren agresiones, algunas realmente escalofriantes. Respecto a los hombres, es cierto que son muchos menos los que mueren a manos de sus mujeres, pero el porcentaje es mayor de lo que se podía esperar, ya que alcanza el 5%, es decir, de cada 20 hombres que nos cruzamos por la calle uno probablemente sea maltratado. Por supuesto estos son los casos que se saben, porque como ya he comentado, debido al maldito orgullo de macho que impera entre los hombres, muchos sufren maltrato en silencio y en soledad, sobre todo psicológico.

Por tanto, ya sea el agresor el viento o la agresora la morera, está claro que siempre es un hecho condenable y de mucha bajeza, pues se agrede al ser amado, justo ése que nunca esperará la agresión de su persona amada, lo que deja a la persona agredida sin armas para actuar, hasta que logra ver la luz...

La sociedad debe concienciarse seriamente de este problema, y al menor indicio tratar de ayudar a la posible víctima, y denunciar aunque la víctima no lo desee, pues posiblemente se le esté salvando la vida. Lo que es imperdonable es mirar hacia otro lado.

Con estos pensamientos me despido hoy. Supongo que mis palabras no merecen arrastrarme a la hoguera, ya que los merecedores del castigo del fuego purificador no son sino los maltratadores. Y en especial hoy quiero hacer hincapié en la culpabilidad de esas mujeres maltratadoras de sus parejas, pues como a la inversa se aprovechan de la debilidad y la confianza de un ser que las ama. Espero que esto se vaya acabando, pues sigo pensando que el amor es una de las mayores fuentes de energía de la naturaleza, ¿o acaso me equivoco y vivo en el mundo de los sueños?

¡Buenas noches!

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