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jueves, 10 de abril de 2008

Alperi y su peculiar entendimiento de la Ley de la Memoria Histórica.

En primer lugar os quiero pedir disculpas a todos los lectores de este blog porque ayer me fue imposible colgar el artículo diario que me he propuesto llevar a cabo. El motivo fue ajeno a mi voluntad pues fue debido a problemas con la conexión a Internet, pero hoy ya está todo subsanado, por lo que ya lo tenéis publicado, espero que os haya gustado.

Y ahora ya sin más paliativos le voy a dedicar unas cuantas palabras al infumable Alperi, alcalde de la ciudad de Alicante. Desconozco las causas que tiene pendientes y los delitos que pueda haber cometido, pero lo que sí se muy bien, es que como la mayoría de los políticos del Partido Popular que he visto actuar en los últimos años es un déspota y un corrupto, además de no tener palabra y desconocer la palabra dimisión...

Pero bueno, yo soy de Novelda, no voto en la capital alicantina, aunque sinceramente me cuesta mucho entender el motivo por el cual los ciudadanos de allí votan a un político salpicado por el escándalo y con problemas con la Justicia. Como ya dije otro día, tenemos lo que queremos, aplicaos eso alicantinos, pues sin duda os debe gustar que os gobiernen los corruptos.

Hoy me he alegrado al ver la noticia de que el Síndic de Greuges, figura que por lo visto es más útil de lo que yo pensaba, ha admitido a tramite una querella contra Luis Díaz Alperi presentada por la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas (PIC) de Alicante. ¿El motivo? Pues nada menos que el alcalde alicantino se ha saltado a la torera la Ley de la Memoria Histórica aprobada por nuestro Congreso de Diputados.

¿Es algo grave? Para mí sí y mucho, pues las leyes están para cumplirlas, y los políticos deberían dar ejemplo, aunque Alperi da cada ejemplo...

El problema surgió porque durante la dictadura de Franco, se le concedieron varios títulos al caudillo en la ciudad de Alicante. Por supuesto, entre ellos no está el título a la mejor voz del Estado, ya que no sé cómo un tipo con esa vocecilla pudo liderar una revuelta y ser jefe de Estado, pero en fin, supongo que todos sus subordinados portarían audífonos.

Los galardones que sí se le concedieron fueron los siguientes:

  1. La distinción de Hijo Predilecto de Alicante.
  2. La medalla de oro de la ciudad.
  3. El título de Alcalde Honorario Perpetuo.

Todos ellos por supuesto se le concedieron durante su dictadura, pero ahora vivimos en democracia en pleno siglo XXI. Por tanto todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones y a pedir que se apliquen las leyes en libertad, lo que hizo el grupo socialista en el pleno municipal del día 22 de febrero, en el que presentaron una moción con el fin de que el Ayuntamiento de Alicante aplicase la Ley de la Memoria Histórica y anulase todas las distinciones que le fueron concedidas al general Franco. ¡Como debe ser!

Sin embargo, Alperi se rió de la moción y pidió a los representantes del PSOE que reuniesen en un periodo de dos años la firma de 25.000 alicantinos a su favor, añadiendo que sólo en ese momento ese diosecillo de Alperi convocaría un pleno municipal para aprobar la retirada de todas esas distinciones.

Por suerte, aunque los socialistas no parecen haber estado muy avispados, sí lo han estado los miembros de la PIC, pues rápidamente se dieron cuenta de la ilegalidad de la condición propuesta por su alcalde, ya que el hecho de supeditar el cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica a un requisito no previsto por la misma, como la recogida de esas 25.000 firmas, no puede ser aceptado por la Justicia.

Para ello argumentan que en dicha Ley, en su artículo 15.1, se recoge que las Administraciones Públicas tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Parece lógica la retirada de sus galardones al generalísimo, ley en mano, ¿no?

Así la PIC remitió un a queja al Síndic de Greuges alegando que la petición de Alperi es absolutamente arbitraria y no tiene ningún sustento legal, ya que no está basda en ninguna norma, criterio o disposición administrativa. Y ha habido suerte, ya que el Síndic ha admitido esta queja a trámite y trasladada también al Defensor del Pueblo.

Pero supongo que esto no inquietara el sueño de Alperi, ya que debe ser un hombre sin conciencia, por todo lo malo que ha hecho hasta ahora. ¿Qué más le dará atentar contra la Constitución Española? No creo que le importe que en su artículo 9, en el que se establece que los poderes públicos están sujetos al ordenamiento jurídico, (ejem, ejem en su caso), por tanto no pueden cometer un acto tan arbitrario como ése y no recogido por la ley.

Esto es sólo el principio de la lucha, pues ahora entrarán los abogados, entre ellos algunos a los que les gusta manipular las leyes a su antojo en la defensa de sus clientes, sobre todo si como en este caso son poderosos como Alperi. Pero confiemos en la Justicia, ya se ha equivocado bastante en los últimos tiempos, ¡algo tendrán que hacer bien los jueces!, ¿no?

Está claro, que queramos o no, por desgracia Franco forma parte de la historia de nuestro país, pero lo que no es normal en un estado democrático como el nuestro, es que más de 30 años después del fin de su dictadura, todavía existan lugares donde sea considerado como una gran personalidad, cuando fue un animal dictador, como todos los dictadores del mundo.

Con estas palabras me despido por hoy, esperando que no merezcan ser llevadas a las llamas de la hoguera, pues quien merece el castigo del fuego purificador no es otro que el alcalde de Alicante Alperi, ya que gobierna su ciudad como si fuese su reino de taifas y se atreve a exigir condiciones que incumplen la Constitución a sus adversarios políticos y a todos los ciudadanos que sufrieron, tanto ellos como sus padres y demás familias, el injusto castigo del dictador Franco. Para Franco no pido el mismo castigo, ya que estoy seguro que está sufriendo una cocción a fuego lento desde el mismo día de su muerte.

¡Buenas noches!

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