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jueves, 28 de febrero de 2008

El Tiempo hace Inocentes.

Por desgracia así es, el paso lento pero constante del tiempo hace que los culpables se vuelvan inocentes. Lo que sin duda se debe al mal funcionamiento de la Justicia Española, ya que cada dos por tres se genera una enorme alarma social por la resolución de tal o cual juez que deja libre a un culpable, para que un rato después vaya y mate a su mujer o viole a otra mujer.
Pero es que nuestra Justicia, además de no ser justa, es lentísima, lo que permite que los delitos prescriban y los culpables se salven, como le ha ocurrido a los Albertos. Creo que esto nos debería avergonzar a todos los españoles. En nuestro país los culpables ya no sólo se salvan por errores de los jueces, que como son humanos se pueden equivocar, no, nuestra Justicia camina tan despacio que cualquier criminal corre más deprisa que ella y puede escapar.
El caso de los Albertos clama al cielo. En primera instancia la Audiencia Provincial de Madrid juzgó a estos dos personajillos por estafa y falsificación de documentos en la venta de los terrenos donde luego se construirían las Torres Kio en Madrid. La cosa va bien, han pillado a unos estafadores y los van a juzgar, pero lo bueno es que dicha Audiencia Provincial absolvió a los estafadores no porque fuesen inocentes, no, sino porque los delitos se habían cometido en los ochenta y habían prescrito, en ningún momento la sentencia dice que no hubieran cometido esos delitos.
La cosa no acabó ahí, se recurrió la sentencia y el Tribunal Supremo, en un alarde de buen funcionamiento, revocó la sentencia y condenó a los Albertos a tres años y cuatro meses de prisión. Parece que la Justicia Española, no va tan mal a pesar de todo, pero...
De nuevo la Audiencia Provincial de Madrid volvió a meter la pata, por prescripción del Tribunal Supremo, ya que suspendió la entrada en prisión de los dos estafadores porque habían solicitado un indulto al Gobierno de Aznar. ¿Se debería algún favor? No sé... Pero los Albertos no contentos con ello, y armados de una buena dosis de cinismo, presentaron un recurso ante el Tribunal Constitucional diciendo que a ellos, presuntos estafadores, se les habían vulnerado derechos fundamentales constitucionales como la presunción de inocencia y la igualdad de todos los españoles ante la ley. ¡Vaya morro! No me extraña que el grupo Kio se fuese... Y lo peor de todo, es que el Tribunal Constitucional sólo admite a trámite una pequeña minoría de los recursos que se le presentan. Bien, pues éste lo admitió a trámite, ¡qué casualidad!, y no sólo eso, no fueron a prisión por el daño irreparable que les podría suponer el ingreso en prisión a estas dos personas. ¿Pensó en el daño a los estafados? Una cosa que es importante señalar es que ambos eran amiguetes del entonces Presidente Aznar, así que imaginaos el caso que le va a hacer nuestra Justicia a la querella de la que os hablé hace unos días presentada por la Plataforma Juicio a Aznar.
El final de la historia, de momento, es conocido por todos, ya que ha sucedido estos últimos días. El Tribunal Constitucional emitió una sentencia absolutoria para los Albertos porque sus delitos han prescrito, aunque reconoce que los delitos existían. Volvemos al principio de la historia, pero yo pensaba que de esas cosas se encargaban los juzgados, no el Tribunal Constitucional, que creo que se ha salido de sus competencias al dictar esta sentencia.
Admitió el recurso a trámite por entender que a los dos delincuentes, ya que el delito está reconocido, se les habían vulnerado los derechos de presunción de inocencia y de igualdad ante la ley. ¿No es eso lo que debían juzgar? Ambos derechos están incluidos en la Constitución, por tanto son de su competencia, pero tras haber leído esta semana, como ya sabéis, la Constitución, no recuerdo que en ella se citase el hecho que un delito estuviese dentro o fuera de plazo, por tanto no es competencia suya juzgar eso, sino limitarse al recurso propuesto que sí afectaba a la Constitución. ¡Vaya pandilla que tenemos en el Constitucional que no se saben la Constitución!
Pero si este fuese el único caso en que la Justicia deja libres a culpables por lo lenta que funciona, no estaría mal, lo malo es que hay muchos más casos, aunque no tan mediáticos. Ésta es la Justicia que tenemos en nuestro país. Si faltan jueces que se convoquen más oposiciones ya que hay muchas personas que han estudiado derecho y que no ejercen como tales, seguro que les vendría muy bien. Así se agilizarían los trámites y no prescribirían los delitos. Y tampoco se encarcelaría a delincuentes que cometieron delitos menores, y que tras reintegrarse perfectamente en la sociedad con el paso de los años y llevar una vida normal, deben ingresar en prisión por un delito que ya ni recuerdan haber cometido, como algún que otro caso que me viene a la memoria.
Aunque pensándolo mejor, me interesa que la cosa siga como está, pues tengo que hacerme amigo de algún juez, de momento sólo conozco a un juez que dejó su cargo, ¡lástima! Así, si un día me decido a cobrarme lo que me cobran los hipermercados y otras tiendas en concepto de hurtos, cuando la mayoría los cometen los mismos empleados, hurtando o robando alguna cosilla para compensar lo que me están cobrando de más; sólo tendría que hablar con mi amigo juez para que la carpeta con mi expediente se traspapelase hasta que el delito prescribiera. De no ser posible supongo que en caso de no conocer al juez, podría tratar de darle una cantidad de dinerillo para que traspapelase la misma carpeta, y no creáis, que alguno lo aceptaría... Pero tranquilos, que poseo algo que todos no tienen, que se llama conciencia y que me impide robar y sobornar.
Estoy perdiendo la fe, en muchas cosas, pero en la Justicia, por desgracia demasiado. España es un país al que le encanta legislar, cada dos por tres sale una nueva ley o se modifica una anterior, pero luego no se aplican, ¿para qué queremos tantas leyes? Sólo para masacrar al pobre que no tiene dinero para pagarse un buen abogado sin conciencia.
Con esto me despido de vosotros por hoy, mis amados lectores. Me gustaría que no consideréis mis palabras merecedoras de llevarme a la hoguera y que coincidáis conmigo en que los merecedores del castigo del fuego purificador son todos los delincuentes (Albertos incluidos) que se aprovechan de los errores y de la poca dureza de la Justicia, y más aún de su lentitud para ser culpables inocentes; a la Justicia en sí y sobretodo a los que aplican mal las leyes, nuestros jueces.
¡Buenas noches!

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