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lunes, 3 de marzo de 2008

Sobre las Elecciones en la Iglesia.

A partir de hoy, como cada tres años, se reúne el plenario de la Conferencia Episcopal Española para abordar la elección de sus órganos rectores (a excepción del Secretario General que se elige por un periodo de 5 años) y de una manera muy destacada designar a su presidente. Así pues, esta semana no sólo se elegirá al Presidente del Gobierno Español, sino que también al Presidente de la Conferencia Episcopal Española. ¡Qué casualidad!
Pero hay una diferencia notable entre unas elecciones y otras, ya que en las Elecciones Generales puede votar cualquier ciudadano con nacionalidad española, yo puedo votar el 9 de marzo porque he nacido aquí. Por contra, en las Elecciones de la Conferencia Episcopal Española no puede votar cualquier miembro de la Iglesia Española, yo no puedo votar a pesar de estar bautizado, de haber comulgado y de estar confirmado, cierto es que en las edades en que eso me sucedió yo no era muy consciente de lo que estaba haciendo realmente... De todas formas, lo importante es que en esas elecciones sólo hay 78 personas con derecho a voto (66 obispos diocesanos, 10 auxiliares, el ordinario castrense y el administrador diocesano de Osma-Soria). La Iglesia es una institución muy democrática...
Al menos el conjunto de los feligreses, ¿podrá elegir a los obispos? La respuesta es negativa. En la antigüedad sí que era así, pero por problemas administrativos se cambió, dejando la elección sólo en manos del clero. Imagino que debe ser muy difícil que un domingo, cuando haya que elegir nuevo obispo, en todas las parroquias de su diócesis hubiesen urnas y papeletas para elegir entre todos los sacerdotes que quieran convertirse en el obispo de la diócesis, tomando como censo electoral todos los bautizados, vivos claro, de cada parroquia. Debe ser muy complejo sí. De todas formas, hoy en día a los obispos tampoco los elige el clero, sino el Papa, ¡hala, democracia total!, aunque puede ratificar a los que le vengan ya propuestos...
Así el Papa, como primer representante de Cristo (yo tampoco puedo votar para elegirlo), elige a los obispos, que serían los que encarnan el papel de los apóstoles hoy en día. Es por ello que cuando un sacerdote acepta su designación como obispo asume graves obligaciones y responsabilidades. Debe mostrarse solícito con los fieles católicos que se le confían, preocuparse de las obras de caridad en su diócesis, ha de fomentar las vocaciones sacerdotales y religiosas, ha de promover la santidad de todos los fieles, etc. El ser obispo también trae consigo un conjunto de renuncias que se asumen voluntariamente, como por ejemplo que en la ceremonia de ordenación episcopal se le pide al candidato que se consagre hasta la muerte al ministerio episcopal. Además, el candidato a obispo renunció anteriormente a formar una familia o a ejercer otra profesión distinta mejor remunerada, se comprometió a vivir con pobreza ejemplar, etc. Esto es algo que yo noto cada vez que veo a un obispo en una ceremonia o por la televisión, lo veo tan pobre, que me dan más ganas de echarles una moneda que a los mendigos que se ponen a pedir a las puertas de una iglesia...
Pero bueno, volveré al tema de las elecciones a su Presidencia, que se producirá entre hoy y mañana. Para presidente y vicepresidente son elegibles los 66 obispos diocesanos que tenemos hoy en día. Y para el resto de cargos, además de los diocesanos, también pueden ser elegidos los 10 obispos auxiliares que tenemos.
La elección es muy simple, mediante votación secreta, con papeleta. Pero eso sí, cada votación va precedida de una votación de sondeo, que sirve como información para todos los obispos. Digamos que se hace una encuesta electoral previa, je, je. Para poder votar, debe haber quórum, que es la mayoría absoluta de los convocados. En este caso, la mayoría absoluta de 78, es decir, 40. Para los cargos de presidente, vicepresidente, miembros del Comité Ejecutivo, miembros de la Comisión Permanente y presidentes de Comisiones Episcopales se necesita, para los dos primeros trienios, mayoría absoluta de los votos y mayoría cualificada, dos tercios, para el tercer trienio consecutivo. En este caso, como el presidente no repite trienio mayoría absoluta. Además, para cada elección, si en las dos primeras votaciones nadie obtiene la mayoría necesaria, se procede a una tercera votación entre los dos obispos más votados. Si en esta votación hubiera empate, resultaría elegido el de mayor edad. ¡Vaya criterio más democrático!
Por más que le pese a Llamazares, como en las Elecciones Generales, hay dos favoritos, el actual presidente Blázquez (de la línea moderada), y el expresidente Rouco (de la línea ortodoxa y dura). Hoy se llevará a cabo la votación de tanteo, que será un primer signo de la votación final prevista para mañana y una indicación sobre el reparto de fuerzas entre las dos corrientes o líneas citadas. Hoy también se verá, si desde el Infierno, digo el Vaticano, se ha dado alguna indicación o se ha dejado libertad a los obispos. Libertad que no tengo claro que sea del todo absoluta, pues habrá que ver cómo pesará en la decisión de los obispos el clima de confrontación entre la Conferencia Episcopal y el Gobierno desde que publicaron sus mandamientos electorales.
Habrá que ver qué deciden los obispos. Si conviene a la Iglesia continuar con la línea conciliadora de Blázquez en la presidencia o una postura más crítica y firme como la de Rouco. Para mí sería una sorpresa que no saliese el extraduro Rouco.
Pero para ayudar a los obispos a elegir presidente, y de igual modo que se atrevieron a hacer ellos. Yo desde aquí propongo mis DIEZ MANDAMIENTOS ELECTORALES EPISCOPALES:

1. Que el elegido se comprometa a respetar el artículo 16.1 de nuestra Constitución que garantiza a todos los españoles la libertad ideológica, religiosa y de culto.
2. Que el elegido proponga al futuro Presidente del Gobierno la eliminación de la casilla de asignación tributaria a la Iglesia del IRPF, por ir contra el artículo 16.2 de la misma Constitución, ya que marcar o no la casilla te obliga a declarar sobre tus creencias.
3. Que el elegido acepte el carácter laico o aconfesional de nuestro Estado, con todo lo que lleva consigo. Ya que lo contrario, conlleva privilegios, económicos incluidos, y discriminaciones de unas confesiones, sobretodo la suya, respecto de otras porque eso se traduciría en desigualdades entre la ciudadanía.
4. Que el elegido acepte la igualdad de todos los españoles ante la ley (homosexuales, mujeres, etc, incluidos) sin discriminar a nadie por sus creencias religiosas. Es más, que promulgue una Ley de Libertad Religiosa.
5. Que el elegido proponga al Vaticano, que nadie pueda ser bautizado antes de su mayoría de edad, cuando ya se le supone capacitado para tomar sus propias decisiones. Y que reconozca como consecuencia que nadie tiene hoy en día la culpa del "pecado original".
6. Que el elegido acepte el derecho que tienen los padres a formar a sus hijos de acuerdo a sus propias convicciones religiosas y morales. Por tanto que proponga la desaparición de la asignatura de Religión del currículo educativo español. Y que mientras desaparece, acepte que el profesorado de Religión no sea elegido a dedo por los obispos y pagado por todos los españoles. Y por supuesto, que haga desaparecer el concierto educativo para sus colegios e institutos, o en caso contrario acepte que el profesorado de dichos centros salga de oposiciones o bolsas de trabajo oficiales.
7. Que el elegido acepte perder los privilegios y presencia de la Iglesia en las instituciones y organismos del Estado.
8. Que el elegido proponga tanto al Estado Español como al Vaticano la derogación del Concordato, por ser anticonstitucional y contrario a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
9. Que el elegido haga caso de la doctrina de la pobreza de Cristo y reparta la máxima cantidad posible de los bienes de la Iglesia, para paliar las desigualdades sociales y la hambruna mundial.
10. Que el elegido acepte la separación entre Gobierno e Iglesia. Por tanto que ningún día se atreva a aconsejar a la ciudadanía a qué partido deben o no votar. Es más, que pida al resto de obispos y a todos los sacerdotes que nunca pidan el voto a ningún partido para ningunas elecciones en plena misa, como ya ha ocurrido en ocasiones. Y que insista en que todos sus sacerdotes respeten la jornada de reflexión electoral en sus sermones dentro de las misas, como la de este sábado, y más aún que respeten en sus misas la jornada electoral.

Ciertamente se me ocurren muchos más, ¿y a vosotros? Aunque me pasa lo mismo que le ocurrió a los obispos con sus mandamientos electorales, y es que ningún obispo los va a cumplir, por lo que realmente sirven para pedir el voto en blanco.
Pero bueno, aquí lo dejo por hoy esperando que la Conferencia Episcopal entre en mi blog, ya sabéis que el Papa ya lo hizo, y haga caso al menos de estos diez mandamientos para elegir a su nuevo presidente. Me despido consciente de que mis palabras de hoy me llevarán a la hoguera, aunque los que deberían recibir el castigo del fuego purificador son los obispos por permitir los privilegios que recibe su Iglesia en nuestro país y por no respetar los derechos de todos los españoles.
¡Buenas noches!

2 comentarios:

Luis María Vieito dijo...

Oh Gran Lenguaraz, con la Iglesia hemos topado. Dices de que la Iglesia no es democrática, y que sus pastores se eligen en una especie de círculo cerrado, una autofagocitosis ecuménica, que diríamos. Hombre, es que, en realidad, eres un descreido. Al Papa lo elige Dios. En el Cónclave, además de comer, beber y dormir, entre otras necesidades humanas, los cardenales, elegibles y electores, oran devotamente, aguardando el advenimiento del Espíritu Santo, que les acerque la papeleta elegida por Yahvé. Esto es más práctico que las tablas que le dió a Moisés, por aquello del peso y la crisis de la Piedra Natural. Esto demuestra que el Vaticano tenía ADSL desde el inicio de los tiempos, pues es la vía de comunicación Reino de los Cielos-Tierra usada desde que Jesús y los primeros Apóstoles abandonaron el Planeta.
Me parecen bien tus propuestas, que, además, van encaminadas a devolver a la senda del mensaje de Jesús, a esta Iglesia que tanto se aparta de Él. Austeridad, humildad, perdón de Dios, solidaridad, aceptación del prójimo. Ver las cruces y anillos de oro que ostentan sin ningún tipo de rubor, es insultante para los hijos de Dios. Y va en contra de sus propias Escrituras.
Esperemos que esta Iglesia deje de ser un negocio, y sea, como debería, la representación de los millones de creyentes honestos que hay sobre este valle de lágrimas. Es otra de las dictaduras que aún nos queda por derrocar.

Opinador Lenguaraz dijo...

Pues sí querido Akiba, con la Iglesia hemos topado, pero no como la cabra de la que hablaba en el artículo previo, nada de topetazos...
Creo que a lo largo de todos los artículos en los que he tratado de la Iglesia, he dejado muy clara mi opinión sobre ella. son una especie de ladrones y sangradores del pueblo con una doble moral. Por supuesto, no todos, en la Iglesia hay buenos sacerdotes y buenos creyentes que sí que tratan de ayudar al prójimo siguiendo la doctrina de Cristo, pero por desgracia son minoría...
No creo en la Iglesia, si, soy decreído según dices, porque se ha apartado de la doctrina de Jesús y no ayuda a los necesitados con todo lo que puede... Y creo en Dios, mi Dios, que no cree en la Iglesia por no seguir sus enseñanzas y pedir a sus fieles que las sigan. Dios habita en nuestros corazones, pero no en las iglesias, bueno, en algunas sí...
Respecto al Espíritu Santo, es sabido que los indígenas se toman drogas para invocar a sus dioses y tener visiones. ¿De qué será la fumata blanca? ¿De alguna droga que hace ver a ese Espíritu Santo y no a los problemas como el hambre y las enfermedades del tercer mundo? Yo me he tomado medicinas fuertes, para dormir, a veces me he despertado de golpe, y he visto a una vampira en mi habitación, pero no la podía tocar porque no estaba, ¿entiendes por dónde voy?
Un saludo Akiba.