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martes, 9 de febrero de 2010

Para rezar: orienta tu autobús hacia la Meca.

Entre todos los titulares que hablan de política y de economía, a veces se encuentra un poco de sangre fresca, como el que he encontrado en la edición digital de El Mundo:

Un conductor musulmán para su bus en medio de Londres para rezar.

Al que yo replico con mi Contratitular:

Para rezar: orienta tu autobús hacia la Meca.

Las religiones exigen mucho de sus fieles creyentes, pero de entre ellas una con alto nivel de exigencia es la musulmana, sin duda. Porque de no ser por una exigencia suprema, no acabo de entender que uno pueda saltarse a la torera su horario de trabajo para ponerse a rezar.

Imaginemos que vamos en un autobús urbano con las típicas prisas de la ciudad, y que de repente vemos que el conductor del cacharro, pone el freno y saca una alfombrita, sobre la que se posa y empieza a rezar. ¡Hay para cabrearse! Y eso es lo que ha hecho una usuaria que evidentemente ha puesto su correspondiente denuncia.

Creo que salvo en el caso de los profesionales de la religión, léase sacerdotes y sus afines de otras religiones, no se debe mezclar trabajo con religión. Las creencias son propias de cada uno, y nunca deben ser impuestas a los demás, como le ocurrió a los estupefactos pasajeros del autobús londinense.

Puedo entender que los musulmanes deban cumplir sus preceptos, entre ellos rezar cinco veces al día en dirección a la Meca, pero claro, el resto no tienen motivo para someterse a la arcaica creencia de un conductor devoto. Y menos aún sin realizar ciertas comprobaciones previas...

A ver, el conductor, ¿puso el autobús en dirección a la Meca?, (al sureste en su caso). De ser así, me imagino al pobre hombre buscando una calle con esa dirección, afanosamente, a toda velocidad porque se le hacía tarde para su rezo, y es que Alá no perdona la hora. Y es que ya que reza, como buen evangelizador, debería tratar que los demás rezasen en su misma dirección, aunque supongo que los únicos pensamientos que le llegarían a Alá de ese autobús irían en la línea de: Alá, ¿por qué no te cargas a este pirado?

En fin, que llevar al límite las convicciones religiosas, puede provocar situaciones tan absurdas como estas, y que pueden costarle el puesto de trabajo al creyente. Algo que te encadena de tal modo, no puede ser bueno...

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