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viernes, 5 de febrero de 2010

¡Jo mamá! ¡Cómprame una medalla!

Hay que ver lo que es la vida, pasa el tiempo y es como si todavía fuese ayer, pues ahora la medallita de Aznar vuelve a los titulares, como se resalta en la edición digital del diario Público:

La justicia investigará las presiones de Aznar para conseguir la medalla del Congreso estadounidense.


A lo que yo replico con mi Contratitular:

¡Jo mamá! ¡Cómprame una medalla!

Es que no se me ocurre otra cosa viendo de lo que fue capaz Aznar para sentirse importante, invertir dinero público para obtener una medalla a título personal. Si él puede hacerlo, yo también quiero otra. Pero puestos a pedir, yo quiero el Premio Nobel de Física, pues he trabajado duramente en mi casita para conseguir plegar el espacio-tiempo a voluntad con mi motor graviatorio. Y si no, pues me podría conformar con la medalla de oro olímpica de los 100 metros lisos, es cierto que Bolt lo ha puesto muy caro, pero si mi gobierno paga, seguro que me la dan por acabar a unos tres segundos de él, ¿por qué no?

Cada vez que pienso en lo que hizo ese cavernícola de Aznar se me revuelve el estómago, en particular con el caso de la flamante Medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos, pues el gobierno pagó para que se la concedieran como un gran expresidente que es, ejem, ejem, nada menos que 2,3 millones de euros. Y lo que es peor, que a pesar de pagar por ella, no se la concedieron, hay que ser tonto...

Pero claro, también es normal, ¿qué cosas importantes ha hecho Aznar? Metió a España en una guerra ilegal, ahora también reconoce orgulloso que lo volvería a hacer, por lo que espero que un día sea juzgado como criminal de guerra. Era un buen amigo del de pocas luces Bush, iba a su rancho y hablaba tejano, grandes méritos también. Además llevaba un ridículo bigote que lo convertía en una caricatura de sí mismo, al recordar la imagen de Chaplin o, lo que es peor, de Hitler, aunque claro, viéndolo ahora sin bigote se entien el motivo de que lo llevase.

Es muy triste que los complejos de inferioridad de este enanito saltarín bigotudo y su afán por ser reconocido por lo que no fue, un gran líder mundial, llevase al gobierno a pagar por una estúpida medalla que sólo a él le importaba. Pero bueno, ahora al menos investigarán la posible malversación de fondos.

Además, es bien sabido que para caprichos tontos, ya está mamá, que siempre los concede: ¡Jo mamá! ¡Cómprame una medalla! Eso sí, seguro que a ese desdichado expresidente, no se la compraba ni mamá.

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