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lunes, 2 de junio de 2008

¿Amor excesivo a los animales o maltrato? El síndrome de Noé.

Hoy he mantenido una conversación bastante curiosa acerca de cómo se deben tratar los animales. Hay personas a las que les da mucha lástima ver a animalitos, como gatos o perros, abandonados a su suerte. Algunos de ellos los recogen y se los llevan a casa con la intención de cuidarlos, pero claro, si se encuentran a un gato famélico hurgando entre los restos y la suciedad de la basura cada vez que salen de casa, no lo van a recoger. Pues hay personas que sí lo hacen. Por tanto, no todo el que tiene animales en su casa es un auténtico amante de los animales.

Cuando una persona no sabe ver que ya tiene demasiados animales en casa y todavía va reclutando a los animalitos abandonados que ve por la calle, sin darse cuenta de que ya no los puede mantener en perfectas condiciones, sin duda tiene una enfermedad mental, a la que los expertos han llamado el síndrome de Noé. Yo desconocía su nombre, pero con pensarlo sólo un poco se ve que es bastante acertado, ya que posiblemente Noé fue uno de los primeros maltratadores de animales sin tener conciencia de ello, lo era por “mandato divino”.

El síndrome de Noé resulta ser una patología que lleva al enfermo a acumular en casa un número enorme de animales de compañía a los que no puede dar una atención no ya adecuada, sino incluso mínima. Esto es: ni alimentación, ni agua, ni alojamiento, ni atención veterinaria, ni, por supuesto, condiciones higiénicas.

El problema es que el enfermo no se da cuenta de que sus animales están mal, ni incluso ante peligrosos niveles de desnutrición, deshidratación, infestación parasitaria, proliferación de enfermedades, ataques entre los animales, canibalismo y cría incontrolada. Lo peor del caso es que todo ello se da en su propia casa normalmente, que se reduce a un espacio lleno de cosas, orinas y heces. ¡Seguro que el Arca de Noé olía bien!

Los “expertos”, (en otras ocasiones ya he expresado mi opinión acerca de la exactitud de la psicología y de la psiquiatría), consideran este trastorno como una variante del síndrome de Diógenes, una enfermedad mental, la cual yo sí conocía, que consiste en la acumulación en el domicilio de enormes cantidades de basura sin finalidad aparente.

Esta variante se aplica al caso de acumular diversos animales, ya sean domésticos, silvestres o exóticos, aunque normalmente son gatos, en cantidades exageradas para el espacio disponible y sin poder atenderlos con las mínimas condiciones exigibles, normalmente en condiciones insalubres para dueño y animales. Ahora me viene a la cabeza el episodio de los Simpson en que una viejecita con cara de chiflada vivía rodeada de gatos que le lanzaba a la pobre Lisa, sin duda la viejecita en cuestión padecía el síndrome de Noé.

Creo que es muy importante dejar claro que los afectados por este síndrome de Noé, en ningún caso son amantes o personas preocupadas por los animales, más bien al contrario, aunque sea de forma inconsciente, ya que aunque acogen a los animales en su casa, normalmente, no lo suelen hacer por compasión, y por supuesto, no se ocupan del bienestar de esos animales. Son personas que hacen lo que hacen porque están enfermas.

Estos enfermos no se dan cuenta de que cometen un grave error al acoger a tantos animales, ni tampoco de que su entorno se encuentra francamente deteriorado por la presencia de tantos animales, que evidentemente lo pasan muy mal en esa situación. Y supongo que en su mente deben creerse los auténticos salvadores de los animales, aunque en muchos casos no se enteren de que algún animal ha muerto en su casa.

¿Y qué causa este síndrome de Noé? Pues los especialistas, a pesar de mi opinión negativa sobre ellos, dicen que puede estar provocado por un trastorno obsesivo compulsivo (¡menuda novedad!) o por un estado psicótico (¡nada nuevo bajo el Sol!). En ambos casos coincido con ellos en que se trata de enfermos que deben ser tratados inmediatamente, tanto por su bien como más aún por el de sus animales, por especialistas en Salud Mental, ¡y qué Dios los pille confesados!

Si otro día he de continuar esa conversación, al menos ya sabré de qué me están hablando exactamente y cuando me digan que en el futuro lo padecerán, podré decir que espero que no, pues la persona que me lo ha dicho es una gran amante de los animales e imaginarla convertida en maltratadora al final de sus días no le queda bien.

Quiero dejar muy claro que una persona que padece el síndrome de Noé es una persona que maltrata a los animales, si bien lo hace por padecer una enfermedad mental, sin darse cuenta de ello. El caso contrario son los que maltratan a los animales con plena conciencia de ello, como por ejemplo los amantes de “los toros” o los cazadores que tras finalizar el periodo de caza apalean y ahorcan a sus perros.

Con esta reflexión me despido por hoy, muy seguro de que mis palabras me deben llevar a la hoguera, a no ser que sea porque el tema no os ha interesado en absoluto. En mi opinión los que merecen el castigo del fuego purificador no son quienes padecen el síndrome de Noé, aunque sean maltratadores, ya que como he dicho lo son sin darse cuenta, sino las personas que puedan saber de casos y no los denuncien por lástima, pues así le están haciendo un enorme daño al enfermo y sobre todo a sus animales. Por supuesto también merecen ese castigo todos los maltratadores de animales que lo hacen porque quieren, ya que son unos auténticos salvajes cuya vida vale menos que la del animal que maltratan, sobre todo porque éste nunca lo haría al revés.

¡Buenas noches!

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, efectivamente lyendo tu blog... tengo familia que esta acumulando animales en el pequeño espacio que viven??....como ayudarlos nose dan cuenta!! se creen defensores de los animales?... de verdad estan enfermos!!...que dificil caso nose creo que no opino ni interfiero nose como ayudarlos!