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martes, 19 de enero de 2010

¡Maldita sea la banca y sus comisiones!

No es que me haya dado cuenta hoy de que la banca es algo malísimo para la vida, pero digamos que hoy he vuelto a apreciar la especial calidad de estas entidades, a las que elevo a la categoría de enemigas del ser humano.
En mi pequeña mente siempre ha estado presente la idea de que el capitalismo no es la panacea, pero que se podía sobrellevar. Cada vez estoy menos de acuerdo con ese pensamiento pues pienso, que de sobrellevarse nada, más bien al contrario, el capitalismo exprime los bolsillos de todo ser humano viviente, excepto de unos pocos claro. Y por supuesto, dentro de esos pocos están los banqueros. ¡Ojo! No confundir con los empleados de entidades bancarias, que no tienen nada que ver...
Es muy triste ver cómo con el paso del tiempo, este invento del capitalismo, va haciendo crecer el número de pobres en todo el mundo, más o menos a la par que va creciendo la fortuna de los grandes ricachones, entre los que se incluyen los banqueros claro, esa gente tan buena y que tan pocos problemas da al resto del mundo...
¡Qué poquitos problemas nos dan la verdad! El último de esos problemas ha sido ni más ni menos que la conocida, aunque no siempre reconocida por algún político, CRISIS. La banca ha sido la causante de esa situación que ha hecho que el mundo se tambaleé y se retuerza de dolor, presentándose en muchas familias el paro, las dificultades para llegar a fin de mes, la vergüenza al tener que ir a los servicios sociales, en definitiva, la pobreza. La banca ha hecho que los más pobres sean mucho más pobres todavía.
Pero la banca no, la banca nunca se hará pobre. Por jugar con fuego con unos préstamos demasiado arriesgados, casi se rompe el sistema capitalista, pero eso sí, como si de un sistema comunista se tratase, el estado, con el dinero de todos, ha intervenido los bancos prestándoles dinero a unos intereses de risa comparados con los que ellos hubiesen puesto a los demás en una situación semejante. ¿Y para qué? Pues para que la banca pueda seguir sacando pecho a finales de año diciendo que han ganado una salvajada de millones de euros, mientras otros por su culpa han ido al paro. Y es que eso es lo más triste, mientras una buena parte de la población española pierde dinero, la banca, con mucho pesar, muestra que ha ganado menos que otros años, pero en definitiva, ha ganado una millonada nuevamente, con las ayudas públicas.
Por supuesto, sus directivos, los banqueros, que cometieron los errores de dar préstamos sin garantías provocando esta aguda crisis, como auténticos héroes salvadores que han sido en esta crisis, han cobrado unas comisiones y unos salarios enormes, por su buena gestión faltaría más, y es que hay gente que no conoce la palabra vergüenza, porque lo justo habría sido que todos hubiesen dimitido y que no hubiesen cobrado nada, puesto que si el mundo está en 2010 como está es en buena parte por culpa de ellos.
Por último está lo que estos últimos días me ha dado más dolores de cabeza, asociados a la enorme tristeza que el terremoto sufrido por Haití ya produjo en mí. Y no es otra cosa, que pensar en las malditas comisiones que las entidades bancarias cobran por hacer cualquier gestión con ellos, entre las que se incluyen las comisiones que están cobrando dichas entidades por mandar nuestra ayuda a la pobre gente de Haití. ¡Malditos ladrones!
No es suficiente ver cómo ese pobre país ha sido destrozado por un terremoto, sino que además, tengo que ver cómo la banca, causante de la crisis, se enriquece más todavía por el triste terremoto de Haití, ganando nuevos millones por las comisiones de ingresos y transferencias a las cuentas de las ONGs.
Esto ya sucedió en 2004, cuando el triste tsunami que por desgracia todos recordamos. Pero que ahora, seis años después vuelva a ocurrir, clama al cielo. La verdad es que viendo la facilidad que tienen algunos gobernantes para legislar, no entiendo el motivo por el que aún no se han prohibido las comisiones para las buenas obras.
De todas formas, hay maneras de evitar que los bancos y cajas de ahorro nos roben por ayudar a los pobres haitianos, como hacer el donativo con tarjeta de crédito en la web de la ONG de nuestra elección, en mi caso Intermón Oxfam, o de hacerlo personalmente en sus sedes, si se tiene esa posibilidad. Y por supuesto, los que opten por las transferencias, que luego reclamen al banco, para ver si al menos se consigue que donen las comisiones para ayudar a Haití, pero ni eso. ¡Ojalá la banca donase el mismo porcentaje de ganancias que he donado yo!
En fin, así me despido por hoy, con un triste lamento por lo mal que lo está pasando el pueblo haitiano, que no tiene culpa de nada de lo que aquí digo y que ha sufrido, y sufre, una situación realmente catastrófica. Dudo que mis palabras merezcan llevarme a la hoguera en esta ocasión, pero no tengo ninguna duda de que los merecedores del castigo del fuego purificador en esta ocasión son los banqueros, la banca en sí, por obtener beneficio de una enorme catástrofe cobrando sus penosas comisiones a las ayudas, además de por haber causado la grave crisis que nos afecta a todos, y en definitiva, por hacer que los más pobres del mundo, como los haitianos, sean más pobres todavía.
¡Maldita sea la banca!
¡Buenas noches!

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