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miércoles, 30 de abril de 2008

Sobre el insulto escondido bajo la palabra lesbiana.

Hoy, de entre todas las noticias absurdas que busco y rebusco a veces por Internet, me ha llamado mucho la atención ésta. Y es que no entiendo como en pleno siglo XXI todavía hay mentalidades tan cerradas, que piensan que decir a alguien lesbiana es un insulto. Menos mal que el mundo es libre, que si no...

Resulta que hay quien pretende ver en la palabra lesbiana un insulto, de manera, que las lesbianas no deberían llamarse lesbianas en Grecia, ya que algunos habitantes de Lesbos quieren que el término lesbiana sólo sea use como gentilicio de esa isla griega. ¡Manda Trillos!

De momento sólo son tres los habitantes de la isla griega de Lesbos que han pedido a la Justicia de su país que la denominación lesbiana responda en Grecia sólo a un gentilicio y que se excluya del nombre utilizado por una organización griega LGBT (que supongo será una agrupación de gays y lesbianas).

El denunciante principal, que sí, ha sido un hombre, Dimitris Lambru, (Lambrú se fue a la guerra...) ha dicho que se siente incómodo y más aún sus parientes femeninas cuando dicen que son lesbianas, esto es, naturales de Lesbos. También se queja de las costumbres, no de las españolas, ni las valencianas que se tratan de imponer a los inmigrantes desde la sede de la gaviota, sino de las costumbres lesbianas. ¿Qué serán?

Y aquí yo me hago una pregunta: ¿sabrá este Lambru que al sexo anal se le denomina griego? ¿Qué entenderá por costumbres griegas? En cuanto se entere también lo denunciará, pero debe tener claro, que si se llama así es por algo, porque lo practicaban los griegos. De la misma forma que la primera lesbiana conocida como tal era natural de Lesbos.

Este Lambru, junto a dos compatriotas Maria Rodu y Kokoni Kuvalaki, habitantes de Lesbos (también llamada Mitilini), una gran isla situada en el noreste del mar Egeo de unos 350.000 habitantes, han llevado el caso ante un tribunal ateniense, cuya audiencia está prevista para el 10 de junio. ¿Ganará el caso? Para mí es una lucha contra el diccionario.

Lo que piden a la Justicia es que la Comunidad Griega de Homosexuales y Lesbianas (OLKE) evite ese término porque la identidad histórica y regional, y la personalidad se ven insultados por el uso “ilegal” (no veo yo la ilegalidad) del sustantivo y el adjetivo.

Señala este Lambru que hasta 1911, el adjetivo lesbiana aparecía en los diccionarios internacionales sólo con la acepción geográfica. Y puede que no le falte razón, pues los homosexuales varones han sido perseguidos hasta el siglo XX, mientras que las homosexuales hembras, o lesbianas, permanecían ocultas en el anonimato, o se hacía como que no existían.

Además, dice que respeta a los homosexuales y lesbianas y que no se opone a que los congresos y reuniones que las mujeres homosexuales celebran en los últimos años en la isla, se sigan celebrando. Sin duda que sí, este Lambru es muy respetuoso con esos colectivos, ya que considera que la palabra lesbiana es un insulto, y habla de respeto... Tal vez debería asimilar alguna cosa más en su diminuto cerebro.

¿Os imagináis que ahora les diese a los habitantes de Lepe pedir ante la Justicia que ya nunca más se hagan chistes sobre la gente de Lepe? ¿Es algo similar no?

Según mi socorrido diccionario de la RAE, lesbiana viene definido así:
lesbiano, na.
1.
adj. lesbio.
2. f. Mujer homosexual.

Mientras que lesbio así:
lesbio, bia.
(Del lat. Lesbĭus).
1. adj. Natural de Lesbos. U. t. c. s.
2. adj. Perteneciente o relativo a esta isla.
3. adj. Perteneciente o relativo al lesbianismo.

Así que tal vez el problema se empequeñeciese si en lugar de llamarse lesbianos a los naturales de Lesbos, se les llamase lesbios, que no está tan extendido para la homosexualidad femenina. Es como el caso de Serbia, a sus habitantes los llamamos serbios, no "serbianos”.

Además, etimológicamente, lesbiana es un término neutro o positivo derivado de la antigua poetisa griega Safo, que vivió sobre el siglo VII a.C., y natural de la isla griega de Lesbos (también llamada Mitilene, en el mar Egeo), cuyos poemas describían su amor apasionado hacia sus compañeras y a la vida rodeada de otras mujeres, lo cual le valió la reputación de homosexual. Safo es el icono por excelencia de lo que hoy se da en llamar cultura lesbiana. Según han alegado algunos académicos en el siglo pasado, mantenía relaciones sexuales con sus discípulas, pero el docto Lambru declaró que tenía familia y que se suicidó por amor a un hombre. ¡Qué cosas! Una lesbiana se suicida por amor a un hombre...

El caso es que Lambru está dispuesto a llegar a donde haga falta, puesto que en caso de que la Justicia griega no les dé la razón, llevarán el caso ante el Tribunal de Justicia Europeo. Pues, ¡buena suerte Lambru! Para mí lesbiana siempre significará las dos cosas, es más, siempre pensaré primero en la condición de homosexual de una mujer que en su lugar de origen. ¿Cometeré un delito con ello? Total, uno más...

Evidentemente una portavoz de la asociación Homosexuales y Lesbianas de Grecia afirmó que la querella es una broma de mal gusto que roza la discriminación, en lo que estoy muy de acuerdo, pues ni ella ni yo mismo, entendemos que la palabra pueda ser considerada un insulto. De hecho es una palabra mundialmente aceptada, incluso por la ONU, ¿pedirán también que Grecia abandone la ONU? Este Lambru y sus compinches...

Cierto es que etimológicamente hablando, de nuevo, hay dos palabras para referirse a la homosexualidad femenina: lesbianismo o safismo. La segunda evidentemente proviene de la poetisa Safo, que como ya he dicho nació en Lesbos. Dice la historia que Safo tenía en Mitilene una especie de internado y escuela de música, danza y poesía consagrada a la diosa Afrodita, en donde vivían doncellas de las familias nobles, (algo impensable en aquellos tiempos en que las mujeres no tenían derecho a la educación). De estos hechos provienen lo que en el futuro se denominarían perversiones sáficas o lésbicas. Cabe señalar que en este contexto lo perverso tiene una connotación socialmente negativa, que no tendría por qué hoy en día.

El lesbianismo de Safo queda claro en sus poemas, como éste, que dedicó a una de las mujeres que se enamoró:

Atthi no ha regresado.
En verdad, me gustaría estar muerta.
Al abandonarme, ella lloraba.
Lloraba y me decía:
«¡Ah, Safo! Mi dolor es inmenso.
Me voy a pesar de ti...».
Y yo le respondía:
«Ve, feliz, recuérdame.
¡Ah! ¡Tú sabes bien cuánto te quiero!».


Y antes de despedirme por hoy, os voy a mostrar como pueden seguir las cosas si a los naturales de Provenza les da por seguir el mismo camino, y es que según definiciones de F. Lázaro Carreter, todo un experto, tenemos:

Gay: Arte de los trovadores en lengua provenzal, practicantes del Gay Saber.

Gaya Ciencia: Arte de la poesía, especialmente trovadoresca, de origen provenzal, imitada en España en el siglo XV.

Gay Saber: Modo de cantar a las damas, regulado por las “Leys d’amors”.

Y por cierto, para quien no lo sepa, El Gay Saber, también es un libro de F. Nietzsche en el cual trata todos los grandes temas de su filosofía.

Con esto quería dejar sentado, que gay también tiene más de un significado y no por eso se lleva nadie las manos a la cabeza.

Ahora sí, ya me despido por hoy, esperando que mis reflexiones no merezcan el castigo de la hoguera, porque sin lugar a dudas quienes merecen el castigo del fuego purificador son los intolerantes como Lambru, que consideran que la palabra lesbiana es un insulto, cuando deberían estar orgullosos que gracias a la condición de la homosexualidad femenina se conoce la isla de Lesbos en todo el mundo.

¡Buenas noches!

sábado, 5 de abril de 2008

La hipócrita Iglesia expulsa a una mujer lesbiana de su Hermandad.

Pasan los años, pasan las décadas, pasan los siglos, pasan incluso los milenios, pero la Iglesia Católica vive completamente anclada en su más oscuro pasado, y lo que es peor aún, sumida en esa doble moral que como ya he repetido en anteriores artículos, hace que el mismo Dios no crea en la Iglesia por apartarse de la doctrina de Cristo y por predicar una cosa y hacer otra...

¿Alguno de vosotros escuchó alguna vez a Jesús decir que los homosexuales no eran bienvenidos a su lado? ¿Al lado de la Iglesia? Incluso, ¿alguno escuchó a Jesús hablar del celibato de sus futuros sacerdotes? Él nunca tuvo reparos en visitar o hacerse acompañar de los más marginados por la sociedad: leprosos, prostitutas, pobres, etc. ¿Por qué la Iglesia que se supone sigue su doctrina sí que pone trabas a los marginados socialmente?

Hablo hoy de ello por la lamentable noticia que se ha publicado en algunos medios. Y es que el Obispado de Ciudad Real ha obligado a la Hermandad de la Virgen de la Encarnación de Abenójar a expulsar a la cofrade María Rey Santos, que pertenecía a la misma desde el mismo día de su nacimiento. ¿Por qué? Porque esta mujer de 54 años de edad es lesbiana y porque consideran que su conducta ha sido manifiestamente escandalosa. Lo que hay que ver en pleno siglo XXI...

La víctima de este absurdo episodio, María, se ha atrevido a explicarlo un día antes de que en su pequeño pueblo se celebre la tradicional romería de la Virgen de la Encarnación. Así ha relatado que se la expulsó en agosto de 2007 debido a que en febrero contrajo matrimonio civil, por supuesto, con su pareja de su mismo sexo, una mujer con la que llevaba conviviendo más de quince años.

No habría pasado nada de no haber sido nombrada vicesecretaria de la Junta Directiva de su cofradía, ya que según el Obispado, ese cargo no lo puede ejercer María por el hecho de vivir en situación irregular para la Iglesia, es más el Obispado considera a María como un escándalo público, por lo que solicitó entonces su baja en la cofradía. Por ello, la asamblea de dicha Hermandad se vio obligada a expulsar a María, decisión que se encuentra recurrida por la misma María desde enero, ya que ella considera que no ha incumplido sus estatutos, de lo que yo mismo estoy seguro sin conocerlos. Presentó un escrito para impugnar la asamblea general de la cofradía en la que se votó la carta del Obispado. Pide que se celebre otra asamblea, ya que la decisión de echarla o no de la Hermandad debe salir de la votación de todos los hermanos. Si no se celebra otra asamblea, espero que se decida a acudir a la vía judicial, pues a puesto el caso en manos de sus abogados, ya que la Constitución está de su lado.

Por suerte para María, está siendo apoyada por su familia, por sus amigos y por la mayoría de vecinos de su pueblo. Incluso la presidenta de la Hermandad dimitió al enterarse de la petición de exclusión por parte del Obispado. Pero aún así, María lo está pasando mal, ya que se considera una persona muy cristiana, motivo por el que se siente defraudada con la Iglesia. ¡No es para menos!

Cabe señalar la gran devoción que existe en el pueblo por su Virgen, ya que de los 1.600 habitantes que tiene, 600 pertenecen a la Hermandad. Si yo fuese uno de ellos dimitiría como la ex presidenta.

A pesar de todo, la afectada participará en los actos religiosos que se celebren en honor de su adorada Virgen y por supuesto en la romería, esperando que las fiestas transcurran con normalidad. Es más, muchos vecinos de su pueblo le mostrarán su apoyo en ella portando una camiseta con el lema: Encarnación sin Discriminación y una fotografía de la imagen por la parte trasera. Y es que a la Iglesia desde siempre le ha gustado discriminar...

De hecho en ese mismo pueblo se encuentra discriminada otra mujer por el simple hecho de estar divorciada, por lo que tampoco podrá ejercer como Hermana Mayor de la Hermandad, y es que para ese Obispado todo está mal, ¿no serán misóginos?

La verdad es que la Iglesia debería dejarse ya de tratar con su doble moral esos asuntos, y mirar no sólo hacia fuera en el tema de la homosexualidad, sino también hacia dentro, hacia el interior de sus cimientos.

Y es que hace un tiempo, un conjunto de 39 sacerdotes italianos homosexuales, sí, repito homosexuales, escribieron una carta en respuesta a la Instrucción de la Congregación para la Educación Católica a propósito de los criterios de discernimiento vocacional con relación a las personas con tendencias homosexuales. De la que yo destacaría la parte en que hacen referencia a que su homosexualidad no les ha causado impedimento para ejercer su ministerio, ya que no tienen problemas mayores que los heterosexuales para vivir su castidad, puesto que la homosexualidad no es sinónimo de incontinencia, ni siquiera de instintos irrefrenables: no están enfermos de sexo y la tendencia homosexual no afectó su salud psíquica ni sus dotes morales y humanas.

Es más, en España, más concretamente en Huelva, hubo un caso en 2002 en que el sacerdote José Mantero salió del armario diciendo que daba gracias a Dios por ser gay, que se sentía en paz con Dios y que le encantaba ser gay y pertenecer a la Iglesia. Motivo por el que fue castigado por su obispo a la pena mínima, no poder confesar a sus fieles. Es más le tendió un puente por tratarse de una oveja descarriada, pero que de no aceptarlo, podría ser obligado a pedir la secularización o incluso a excomulgarlo. Como si la homosexualidad fuese algo de lo que la gente se tenga que arrepentir...

Más le valdría a la Iglesia olvidarse de su cruzada contra la homosexualidad y no pasar por alto sus estilos de vida, pues hay sacerdotes heterosexuales que no mantienen el celibato, suelen vivir rodeados de lujos, sienten apego hacia el dinero y al poder y se alejan de los problemas reales de la gente, como la miseria que podrían solucionar viviendo en la pobreza como Jesús, su maestro, repartiendo todos sus bienes.

Y lo peor de todo es que la Iglesia de puertas para dentro permite la homosexualidad, escondiendo los casos de sacerdotes pederastas y pedófilos. ¡Qué hipócritas! Sin duda ésta es la manera en que muchos sacerdotes entienden aquellas palabras de Jesús: "Dejad que los niños se acerquen a mí". Puesto que estos abusos sexuales se cometieron contra niños mayoritariamente y no contra niñas, por tanto la homosexualidad está dentro de la Iglesia.

En la década de los 90 se destaparon muchísimos casos tanto en Estados Unidos, como en Europa y en América Latina. Así, desde los años 50, en Estados Unidos se encontraron denuncias contra más de 4.000 sacerdotes católicos por abusar de niños impúberes. También un estudio en España afirmaba que del total de españoles que han sufrido abusos sexuales siendo menores, el 10% asegura que fue abusado por un sacerdote católico.

¿Y dónde ocurren estos hechos? Pues en seminarios sacerdotales, parroquias, hospitales, organizaciones de trabajo social, escuelas y orfanatos en donde niños y adolescentes estaban bajo el cuidado del clero. En la mayor parte de los casos la víctima no recibió atención inmediata ni por parte de su familia debido al respeto que ésta le tenía al implicado o por temor e ignorancia.

¿Y qué hizo la Iglesia contra estos criminales? Cuando los hechos llegaron a conocimiento de sus superiores inmediatos, recibieron como sanción llamadas de atención privadas y fueron desplazados a otros sitios alejados del lugar. Y tras un tratamiento psicológico se reincorporaban al servicio por no haber riesgo de reincidencia, ¡claro que sí! Incluso tanto incriminados como sus superiores pagaron sumas de dinero extrajudiciales para evitar que el escándalo saliera a la luz pública. Pero no sólo esos chantajes se limitaron al ofrecimiento de dinero para comprar el silencio de las víctimas, sino que también incluyeron chantajes de tipo moral y psicológico bajo amenazas e incluso violencia verbal y física. ¡Ésta es la Iglesia!

Los superiores de religiosos incriminados ejercieron el acto de encubrimiento de los mismos al no denunciar a las autoridades locales los casos y tomar medidas como las anteriormente citadas: ordenar tratamientos terapéuticos, transferencias y silencio ante la opinión pública. Y todavía se mantienen los Concordatos con el Vaticano, nido de encubridores de delitos, lo que también les convierte en criminales. Si no lo son bajo el Derecho Eclesiástico, para el que sólo serían pecadores, sí lo serían para el Derecho Civil Penal, para mí son tanto delincuentes como pecadores.

Y con esto os dejo por hoy, seguro de que mis afirmaciones me llevarán a la hoguera, pero ello me hace sentir feliz, porque la Iglesia quemó a muchos inocentes como yo. Sin embargo, los verdaderos merecedores del castigo dl fuego purificador no son ni María ni yo mismo, sino los sacerdotes pederastas y la Iglesia que los encubre y se olvida de que ellos también son homosexuales, pero se atreve a juzgar con diferente baremo a los católicos seculares como María, que no hace nada malo por ser lesbiana.

¡Buenas noches!