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domingo, 31 de agosto de 2008

Malos tratos y animales de compañía.

Durante este verano la verdad es que en las noticias de la televisión no han parado de aparecer multitud de desgracias, pero independientemente de las nuevas y graves desgracias, ha habido otras que ya son recurrentes. Principalmente me refiero a la denominada violencia de género, violencia doméstica, y a veces mal llamada violencia machista, porque en algunas ocasiones es el macho el que la recibe. Por cierto hoy he sabido de un nuevo caso, ¡suma y sigue!

Ha habido un buen número de casos estos últimos meses de víctimas de esta repugnante lacra social, sin embargo debe haber muchos otros casos en que no existe violencia física, pero sí psicológica, lo que me lleva a hablar un poco del maltrato psicológico y de lo bien que algunos “pseudocientíficos” lo han estudiado.

El maltrato psicológico entra dentro del ámbito de estudio de la Psicología, pero viendo la manera en que grandes psicólogos llevan a cabo sus experimentos, la verdad es que creo que las víctimas de malos tratos psicológicos deberían echarse a temblar...

Hay quien ha propuesto que las personas que viven mucho tiempo sometidos al maltrato psicológico llegan a alcanzar un estado que la Psicología denomina “indefensión aprendida”. Esta teoría fue desarrollada por un antiguo Presidente de la Asociación Psicológica Americana de los Estados Unidos, nada más y nada menos, el honorable, o quizás no tan honorable Martin Seligman.

Pero, ¿qué hizo este señor que merezca mi atención? Pues para estudiar los malos tratos psicológicos no se le ocurrió otra cosa que experimentar cruelmente con animales de compañía, en su caso perros domésticos, que parece ser que para los grandes psicólogos son los animales más parecidos al ser humano.

Recuerdo mis penosas clases de Filosofía en 3º de BUP, donde ya descubrí que los psicólogos no tienen escrúpulos en comparar psicológicamente a un perro con un ser humano, lo que puede que no esté del todo mal, pero no deja de ser chocante. Entonces descubrí al perro de Paulov.

Así surgió la teoría del “condicionamiento clásico”. El señor Paulov, observó por casualidad que los perros que tenía en su laboratorio empezaban a salivar simplemente por oír los pasos de la persona que les traía la comida. ¡Este Paulov era un genio de la trivialidad! Se dio cuenta de que los perros habían aprendido a saber que llegaba su comida, lo que cual niño observa cuando le da de comer a su mascota. Pero no contento con ello Paulov fue a más y estudió ese desconcertante fenómeno...

Cambió el estímulo de los pasos por una campanita, y así tras entrenar al perro tocando la campana antes de que recibiese su suculenta comida, consiguió que el perro también se pusiese a salivar al oír el sonido de la campana. Y, ¡cómo no!, luego comprobó que el perro salivaba al tocar la campana aunque no le diese la comida después. Supongo que no se le ocurrió pensar en qué podría sentir su perro (desengaño, frustración, dolor emocional) al ponerse a salivar y no tener recompensa. En mi opinión, Paulov maltrató a su perro.

Pero Paulov es un ángel de la caridad comparado con Seligman. Este último no usaba campanita para su estudio no, sino cosas mucho peores. Seligman tenía una idea entre ceja y ceja, y era estudiar los efectos del maltrato psicológico. Pero no sé si es que tenía reparos en tumbar a una víctima de esos malos tratos, que por desgracia las hay a patadas, en su diván, o es que disfruta enormemente con el dolor ajeno de los seres dóciles e indefensos.

Seligman extrapoló la idea de Paulov hasta el límite de la crueldad. Cogió a un inocente perro y lo metió en una amplia jaula. Le ponía un plato con comida en una esquina de la jaula y cuando el perro iba hasta allí para comer recibía una “agradable” descarga eléctrica. Luego le ponía otro plato en otra esquina diferente y esta vez el perro podía comer porque no recibía la descarga. Con el paso de los días los platos iban apareciendo en las esquinas de la jaula al azar, unas veces cuando se acercaba el perro recibía la descarga y otras no. Como resultado el pobre perro dejó de comer, el miedo a las descargas vencía al hambre. Es más, en el momento en que al perro se le abrió la jaula ni siquiera salió, ya que el miedo lo tenía totalmente paralizado. ¡Qué agradable este Seligman! ¿Qué habríamos pensado de ocurrírsele algo similar a Hitler?

No dudo que el experimento puede reflejar los diferentes estados por los que atraviesa una víctima de malos tratos, a la que al final el miedo tiene totalmente paralizada y refugiada en sí misma por miedo a hacer algo que haga que le lluevan palos, pero ¿es una crueldad o no? Con lo fácil que habría sido hablar con las víctimas y hacer una estadística de sus vivencias...

Por ello no me ha sorprendido enterarme de que Jane Mayer, ha escrito un libro titulado “The Dark Side”, en el que devela la participación de psicólogos en las torturas y malos tratos a los detenidos (personas, ya no animales) por parte de el de pocas luces Bush y sus secuaces. En él se aportan pruebas de la participación de los psicólogos James Mitchell y Bruce Jessen en las salvajes y mejoradas técnicas de interrogatorio. Y esto lo digo porque esas nuevas técnicas se apoyan en la teoría de la “indefensión aprendida” de Seligman, resultado al que ya he explicado como llegó maltratando a animales, para explicar el maltrato.

Parece ser que Seligman, invitado sutilmente por la CIA, dio unas charlas a las que asistieron esos otros dos psicólogos, que utilizaron su teoría para elaborar esas nuevas técnicas de interrogatorio, técnicas diseñadas para suavizar los efectos de la tortura, pero que casualmente habían sido manipuladas hasta lograr el efecto contrario, que no ha sido otro que implementar las torturas a los detenidos en Guantánamo, Afganistán e Irak.

Por supuesto, los psicólogos lo niegan, a pesar de la existencia de documentos que prueban la presencia de psicólogos en la supervisión de interrogatorios, que incluían malos tratos y torturas. De hecho, el mismo Seligman dice que el no sabía nada del uso negativo que se le iba a dar a su charla, ya que él está totalmente en contra de la tortura, que se lo pregunten a su perro, ¿verdad?

Hoy me apetecía hablar sobre la relación que hay entre los malos tratos y los psicólogos. Es increíble cómo puede avanzar mi argumento desde el intento de explicar el estado de un maltratado, con una teoría psicológica obtenida maltratando a un perro, para terminar por aplicar esos conocimientos en el maltrato de nuevos seres humanos, ¡qué mentes más retorcidas! ¿No?

Y así lo dejo por hoy, esperando que mis palabras no merezcan el castigo de la hoguera, ya que los auténticos merecedores del castigo del fuego purificador son por supuesto los que maltratan a seres humanos ya sea física o psicológicamente, pues son auténticos criminales; y los que maltratan a animales aunque sean con fines tan buenos como el de Seligman y otros psicólogos, que son los auténticos “animales” (en el sentido más “hitleriano” de la palabra) de compañía. Supongo que es por ello por lo que en cierta campaña publicitaria se aceptaba pulpo como animal de compañía...

¡Buenas tardes!

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